El melodrama es un género vigente desde hace siglos. Lo que hizo Venevisión o Televisa (y ahora multitud más de productoras colombianas, chilenas, argentinas, estadounidenses) es adaptarlo a la televisión, industrializarlo y hacerlo económicamente rentable. Eso de por sí no es reprochable. Aunque dentro de esa lógica, se ha llegado al punto en que la cadena de montaje produce teleseries en serie, idénticas, solo con pequeñas variantes de personajes o situaciones. Actualmente, en las pantallas de las ecuatorianas hay demasiadas muestras de ello: La clásica muchacha humilde e ingenua que es rescatada de su ceniciento hado por un príncipe azul, luego –eso sí- de sortear los obstáculos que imponen los villanos.