En el habla popular casi todos en algún momento hemos llamado tercena a la carnicería, es decir el local de venta de carne y otras partes de las reses, que hasta la penúltima década del siglo anterior fue parte del escenario urbano que se complementó con la pulpería o tienda , la panadería, la peluquería, la botica, el local del zapatero remendón y otros establecimientos que daban a cada cuadra del barrio una atmósfera bullanguera pero útil y cordial.