Clara García, de 66 años, y María Morán, de 59, son dos de los 92 alumnos que estudian en la escuela Unión de Educadores Nocturnos, ubicada en la Cdla. Martha de Roldós, al norte de la ciudad, y que fue creada hace 22 años.

María y Clara no sienten vergüenza. Al contrario, son admiradas por sus compañeros más pequeños y su maestra Esther Macías, de cuarto año básico.

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La edad no fue impedimento para que ellas decidieran estudiar y aprender lo que en su juventud no pudieron por circunstancias de la vida. El caso de esta escuela es una excepción, pues cuenta con gran cantidad de alumnado, entre niños y adultos. La mayoría son de escasos recursos económicos, trabajan en casas o de manera informal y provienen de la misma ciudadela y de sectores aledaños, como las cooperativas Las Rocas, Primero de Mayo, Santa Adriana y las que están asentadas en la Av. Juan Tanca Marengo.

En un recorrido efectuado el pasado martes se constató que algunas escuelas tenían sus puertas cerradas como la fiscal nocturna Nº 3 Presidente Arroyo del Río, ubicada en Pío Montúfar y Capitán Nájera.

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Pero también se evidenció que otras no presentan este problema como la escuela nocturna Nº 8 García Moreno, situada en Pedro Moncayo y Pedro Pablo Gómez, donde se educan 80 alumnos.