Gilles Mimouni es un director francés de trayectoria tan bizarra como fácil de narrar: en 1996 dirigió L’appartement, meritorio y sofisticado thriller de look hitchcockiano (sin asesinatos en la ducha ni complots criminales), protagonizado por Vincent Cassel y Mónica Bellucci. Obtuvo éxito en Francia y fue estrenado en pocas salas internacionales. Nunca más se supo de él, hasta este viernes, en que su nombre se vuelve noticia en Ecuador gracias a Obsesión, nueva versión de aquella película, filmada esta vez en el Hollywood de los remakes.

La cinta, interpretada en esta versión por los atractivos Josh Hartnett y Diane Kruger, mantiene algunas de las virtudes de la original, entre ellas su excelente ritmo, los continuos giros de una trama que juega sin cesar con el tiempo (construida en base a flashbacks), los puntos de vista y la crónica sobre la cantidad de barbaridades que una persona, aparentemente sensata, puede cometer por amor. O mejor aún, lo absurda que puede ser una obsesión amorosa no correspondida, que es la que puede desembocar, y no podía ser de otra forma, en perniciosas formas de neurosis.

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La historia gira en torno a Matthew (Hartnett), un joven y ambicioso ejecutivo de Chicago que está a punto de casarse con la bella hermana de su jefe, Rebecca. Pero su mente y sus emociones están en otra parte, con otra mujer. Matthew aún sigue enamorado de Lisa (Kruger), una bailarina con la que estuvo a punto de contraer matrimonio pero que, por causas que él no ha logrado comprender, lo rechazó desapareciendo de su vida sin dejar rastro. A punto de viajar a Shanghai por negocios, cree ver a Lisa. De pronto, el joven decide cancelar su vuelo y espiar a esa mujer que le trae recuerdos de un romance que vuelve a tomar forma y cuerpo en esa chica que aparece y desaparece frente a sus ojos en un implacable juego de persecuciones psicológicas, entre amores y desamores, falsas apariencias, fetichismos sexuales y frustraciones sentimentales.

Matthew se desconcierta ante esta situación, se esconde en el departamento de Lisa, hace creer a sus jefes y a su novia que ya está en China y de pronto llega hasta él esta otra mujer, que le impondrá sus severas reglas en medio de secretos y engaños. Esta intrincada telaraña, de un pasado y un presente que parecen haberse confabulado para enloquecerlo, obligará a Matthew a involucrarse cada vez más profundamente en los dobleces del misterio, y toda revelación será más engañosa que la siguiente.

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Paul McGuigan, cineasta británico emigrado a Hollywood, que sorprendió a todos con Acid House y El misterio de Wells, experimenta con algunos de los recursos cinematográficos más difíciles de ejecutar, como son las particiones de pantalla o de las cámaras rápidas, que en determinadas ocasiones pueden ser sugestivas. Pero buena parte de esto resulta infructuoso, dejando la sensación de que todo lo satisfactorio que tiene Obsesión, ya estaba en L’appartement. Pero no conviene exagerar en lo negativo, ya que considerando el nivel del actual cine de Hollywood, Obsesión se deja ver con bastante agrado. Se trata de un digno entertainment y, al salir del cine, no se tiene esa incómoda sensación de haber perdido mediocremente el tiempo. ¡No es mucho!,  pero vale.