Sumidos en un gran duelo desde el sábado, los polacos se resignaron a la idea de que su adorado Papa será enterrado en Roma, pese a que muchos fieles querían que reposara en su tierra natal.

El cuerpo del papa Juan Pablo II llegó ayer a la basílica de San Pedro del Vaticano, donde se espera que entre dos a cuatro millones de fieles le darán el último adiós antes de ser enterrado el viernes en la cripta.

El Pontífice atravesó el lunes por última vez la plaza del Vaticano, acompañado hasta su última morada por una multitud  que le dedicó un adiós emocionado y lleno de cariño.

Publicidad

“Nunca esta plaza me pareció tan triste”, lloraba Roberto, un ingeniero veneciano.

Los restos mortales del carismático pastor de los más de mil millones de católicos del mundo durante casi 27 años quedaron instalados entre plegarias y tañidos fúnebres frente al altar mayor del templo, abierto al público  horas después.

Publicidad

Una docena de hombres, rigurosamente enlutados y escoltados por la Guardia  Suiza del Vaticano, cargó en hombros el cuerpo del Papa, que cruzó la plaza en un catafalco y completamente al descubierto para que los fieles pudieran  verlo.

Niños y ancianos, italianos y extranjeros, turistas, periodistas y policías,  guardaron un  respetuoso silencio al paso de esta procesión histórica y muchas personas cayeron de rodillas.

Gracias a pantallas gigantes instaladas en las calles aledañas, miles de devotos que no pudieron llegar hasta la plaza, pudieron asistir en directo al último recorrido  de Juan Pablo II por el lugar donde tantas veces celebró misa o bendijo a la multitud.

La aparición del rostro sin vida del Papa ante las cámaras provocó las lágrimas. “Tener fe no significa no sentir el dolor de la despedida. Para mí, el Papa  era alguien muy especial. Nunca me decepcionó en 26 años”, aseguró desconsolada sor Ana María, hermana clarisa de Guadalajara (México).

El funeral del  Pontífice se realizará el próximo viernes y la misa, que oficiará el decano  de los cardenales, el alemán Joseph Ratzinger a las 10h00 (03h00 de Ecuador), se prevé será una de las más multitudinarias de la historia.

Luego, el “Papa de los jóvenes” será sepultado en la cripta de la basílica, donde reposan varios de sus predecesores, probablemente en el emplazamiento que quedó vacante luego del traslado de la tumba de Juan XXIII a su propia basílica tras su beatificación.

Se espera la asistencia de representantes y jefes de Estado de más de 150 países,  entre ellos, los presidentes de EE.UU., George W. Bush; y de Francia, Jacques Chirac; el rey Juan Carlos I de España, y los mandatarios brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y  mexicano, Vicente Fox.

En el centro de la Plaza de San Pedro los feligreses depositaban ayer cirios, flores, imágenes y notas de despedida, en una muestra incesante de afecto.

Las autoridades italianas organizan un dispositivo de  seguridad que incluye 6.500 agentes  y el cierre del espacio aéreo el día de los funerales de Estado para recibir a los dos a cuatro millones de peregrinos que esperan, entre ellos, un millón de polacos.

Una batería de misiles y aviones militares vigilarán el cielo de Roma, pero se teme que el aeopuerto militar de Pratica di Mare y el de Ciampino, cerca de Roma, no sean suficientes para acoger a todos los mandatarios extranjeros.