Un enfoque naturalista de las plagas que azotaron a Egipto centra su causa en la lejana Etiopía. Sostiene que lluvias extraordinariamente fuertes arrastraron tierra roja desde los ríos que nacen allí y desembocan en el Nilo, dándole un color rojo y matando a los peces. Como consecuencia, las ranas huyeron del agua contaminada y su ausencia permitió el aumento desmedido de los piojos y moscas, la tercera y la cuarta plagas.