Anoche estaba prevista la actuación del grupo mexicano en el coliseo Mayor, de Cuenca.
Llegaron enfilados, enchilados, endiablados, enriquecidos de un arsenal de canciones que no habían presentado en Ecuador desde hace ocho años. Canción.
Aplauso. Canción. Euforia. Así, durante dos horas, los mexicanos Café Tacuba cantaron el viernes por la noche en el coliseo Rumiñahui, ante 20 mil personas.
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Estos mexicanos no venían a Ecuador desde que hicieron la gira Chéverecachaymachochidoche, de su tercera placa Avalancha de éxitos. Y por eso, el público quiteño fue en masa a verlos, junto a los teloneros Tercer Mundo y Krucks en Karnak (aplaudidos hasta el cansancio).
Una masa tan heterogénea que bastaba ver a chicos de 13 o 14 años, que sabían a la perfección las líneas de canciones como Eres o Cero y uno, de su último CD Cuatro caminos, y que se se quedaban callados oyendo a sus mayores de hasta 30 años que coreaban María, del primer disco de la banda, de 1992.
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Café Tacuba resume el espíritu alternativo de la música latinoamericana. Su fórmula se ancla en la dialéctica de no repetir fórmulas. Tanto, que para la gira del disco Cuatro caminos, se deshicieron de su caja de ritmos cibernética (el primer paradigma que rompieron dentro del rock), y trajeron un baterista, un quinto tacubo. Y hay que reconocerlo: ¡qué bien se les oye con batería!
Por primera vez, La ingrata sonó natural, y eso fue determinante. El uso de una percusión acústica le dio más versatilidad a la hora de improvisar, aumentar compases a las canciones o lanzarle un piropo al público.
Para un grupo como Café Tacuba debe ser una encrucijada, luego de 16 años de trayectoria y un cuarteto de discos de culto, interpretar todas las canciones que se merece su público. La sensación fue de impotencia al no poder escuchar varias canciones, como Rarotonga, Tomar el fresco, Las batallas, Trópico de cáncer, El puñal y el corazón.
Aun así, recompensaron al público con las canciones más representativas, en las que confluye su más alto grado de creatividad. ¿Quién puede hacer hardcore con guitarras acústicas? Solo Café Tacuba, en la versión apócrifa de No controles, el éxito pop de los españoles Mecano.
Los asistentes desgarraron sus gargantas al momento de cantar Esa noche, original de Chabela Vargas, a tal punto que los hermanos Rangel, Emanuel del Real y Elfego Buendía (que también se hace llamar Juan, Cosme, Nru, Si Zuyantra) se callaron, ensordecidos por 20 mil gargantas.
Lo mismo sucedió cuando intentaron cantar la versión de Nuestro juramento que apareció en la película Crónicas, (Cosme dice que su mamá era fanática de Julio Jaramillo). Los tacubos terminaron aplaudiendo al Quito cantor.
Para finalizar, un par de recomendaciones: “No vayan a la escuela, estudien el corazón”, “cuiden a sus mascotas”. Y plaf, para el mosh más crudo, la versión más punkera de Pinche Juan... enfilada, enchilada, endiablada.
La banda tenía previsto actuar anoche en Cuenca.