Cuando se cumplieron 18 días de que los menores Érick Neira Lara, de 10 años de edad, y Jonnathan Marcalupo Soledispa, de 13, se ahogaron en el río Guayas, los familiares de Érick acudieron al lugar para realizar un homenaje en memoria del pequeño.

Los padres del niño, Genaro Neira y Nora Lara, llegaron a las 10h30 de ayer al malecón de la ciudadela Abel Gilbert, en el cantón Durán, en compañía de tíos, primos y compañeros de estudios de Érick.

Con arreglos florales en sus manos, Nora Lara se abrazó con su cuñado José Araujo, quien vive en esa ciudadela, y a cuya casa llegó el menor de vacaciones el 12 de febrero pasado, tres días antes del accidente.

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“Había ocasiones en que mi hijo se quedaba con sus tíos y primos hasta un mes, pero no sé qué le pasó esta ocasión que vino a este lugar a pescar con otros niños del barrio”, relató la mujer mientras secaba sus ojos con un pañuelo blanco.

La tarde del pasado 15 de febrero, Érick Neira, Jonnathan Marcalupo y Levis Soledispa, de 12 años, fueron al malecón de la ciudadela Abel Gilbert a pescar cuando los dos primeros se metieron al río y un remolino los arrastró.

Soledispa indicó que él trató de salvar a su primo Jonnathan y a Érick porque ellos no sabían nadar, pero la corriente le impidió rescatar a los menores, quienes desaparecieron en el río Guayas.

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Buzos del Grupo de Intervención y Rescate de la Policía (GIR) y miembros de la Armada Nacional colaboraron en las maniobras de búsqueda y rescate de los cuerpos junto con pescadores y vecinos de la ciudadela, pero los resultados fueron negativos.

La familia Neira Lara preparó ayer la celebración de una misa en la iglesia de La Merced, en el centro de Guayaquil, por el fallecimiento de los pequeños. Los padres de Érick Neira desarmaron dos arreglos de flores blancas de sus macetas y, una a una, Genaro y Nora las arrojaron al lugar donde fueron vistos los pequeños por última vez.

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Compañeros de clases del menor también estuvieron presente e imitaron el gesto de los padres de su amigo lanzando al agua flores fucsia al mismo tiempo que abrazaron a sus padres.

En un gesto de desconsuelo, Genaro Neira se arrodilló a orillas del río Guayas y comenzó a rezar por su hijo y rompió en llanto. Unos metros atrás, su esposa Nora, quien vino desde España para ver a su hijo menor por última vez, se sentó sobre una roca y abrazó a Gerardo, su otro vástago.

La mujer comentó que tuvo que pedir permiso en la clínica donde labora en la ciudad española de León, localizada a tres horas de Madrid, para estar con su familia “en esta dolorosa situación”.