Quince meses después de que el lanzamiento de un cohete japonés terminara en una explosión espectacular, un nuevo modelo H-2A despegó este sábado y colocó exitosamente en órbita a un satélite. 
 
Se trata de una misión que, según las autoridades, reavivará el programa espacial de Japón, eclipsado por los avances chinos. 
 
El cohete de 53 metros de altura llevaba el nombre del país pintado en los costados. Despegó hacia un cielo nublado, poco antes del ocaso, desde el centro espacial ubicado en esta isla meridional. 
 
La nave transporta un satélite para fines meteorológicos y de ayuda a la navegación. 
 
La agencia espacial japonesa JAXA dependía de un lanzamiento exitoso para restaurar la reputación del H-2A, que representa la parte central del programa japonés del espacio. 
 
Japón busca también demostrar que sigue siendo un contendiente viable en una carrera espacial intensificada con China. 
 
Todos los lanzamientos del H-2A habían quedado suspendidos tras el fracaso humillante de noviembre del 2003, después de un despegue desde esta misma base. Los controladores tuvieron que detonar aquel cohete y su cargamento de dos satélites espías poco después del despegue, luego que un propulsor no se desprendió. 
 
El revés fue particularmente frustrante porque ocurrió apenas un mes después de que China puso con éxito en órbita a su primer astronauta. Beijing ha anunciado que busca colocar a un hombre en la Luna. 
 
No podíamos soportar otro fracaso, declaró el ministro de Ciencia Naruaki Nakayama después de ver el lanzamiento del sábado.   Mi corazón estalló cuando vi el despegue. 
 
Japón, que en 1972 se convirtió en el cuarto país en lanzar un satélite, y que se ha considerado durante algún tiempo como la nación asiática con el programa espacial más avanzado, no tiene todavía definido un proyecto con tripulantes. 
 
Las autoridades japonesas sostienen que no compiten en materia espacial con China. 
 
Pero en un cambio importante de política, un panel gubernamental recomendó el año pasado que Japón comience a estudiar la posibilidad de crear su propio programa tripulado.