Más de dos millones de musulmanes comenzaron el martes a salir en tropel desde La Meca hacia la Gran Mezquita, a las afueras de la ciudad, en el primer día de su tradicional peregrinación y en medio del dolor por el desastre del maremoto asiático.
 
La peregrinación (haj) de este año tiene un significado especial para miles de peregrinos de Asia -región donde reside la mayor parte de los 2.000 millones de musulmanes-, después del desastre originado por un terremoto submarino en las costas de Indonesia.
 
Esta peregrinación ha estado marcada por la tragedia anteriormente y por eso Arabia Saudita ha implementado las mayores operaciones de seguridad hasta la fecha por temor de que surjan ataques o se produzcan estampidas mortales, como la que ocurrió el año pasado, donde murieron 250 personas. Haj es un deber que todo musulmán debe cumplir en su vida.
 
Funcionarios de Indonesia informaron que esperaban que a la peregrinación asistieran unos 205.000 peregrinos, a pesar del dolor y la desolación causados por el maremoto, que mató a más de 175.000 personas en la región afectada.
 
Algunos clérigos relevantes en Arabia Saudita, que imponen una línea dura de sunitas islámicos, la cual no es compartida por la mayoría de los musulmanes, han indicado que el desastre ocurrido en Indonesia fue un castigo divino por sus playas mixtas de hombres y mujeres al estilo occidental, sus clubes nocturnos, bares y otros centros de diversión.    Sin embargo, la mayoría de los musulmanes dice que el Corán, el libro sagrado del Islam, no sustenta esos puntos de vista.
 
"Aunque el Corán dice que Dios emplea desastres naturales para castigar a los descarriados, nosotros no debemos decirlo ni saberlo", dijo Sayid Mohamed, un predicador de Sudáfrica, donde la religión islámica está creciendo rápidamente.
 
Otros peregrinos estaban más preocupados con asuntos clave para los musulmanes, como la ocupación israelí de territorios palestinos y de lugares sagrados en la ciudad de Jerusalén.
 
"Vimos lo del desastre del tsunami en televisión, pero eso está lejos de nosotros. Nos preocupan los palestinos", dijo Nasser Abdullah, un yemenita.
 
Entre tanto, Arabia Saudita ha desplegado alrededor de 50.000 policías y 7.000 agentes de las fuerzas especiales en La Meca para impedir estampidas, manifestaciones o ataques.
 
La monarquía saudita, aliada de Estados Unidos, se halla bajo la mirilla de la red Al Qaeda de Osama bin Laden y teme que militantes radicales puedan lanzar un ataque incluso durante la peregrinación musulmana.
 
La capacidad de Arabia Saudita para albergar a unos dos millones de peregrinos cada año es un factor central para la absoluta legitimidad de la monarquía.