El cantante mexicano grabó 320 canciones y filmó 32 películas. Nacido el 1 de septiembre de 1931 y fallecido el 19 de abril de 1966, el artista también fue panadero, carnicero, boxeador, hasta payaso.

Aquel ‘qué va’  es único en la voz de Gabriel Siria Levario, a través de las rancheras aboleradas. Si usted piensa que aquella célebre expresión es de Javier Solís, está en lo cierto. Y si lo cree así, tiene razón, porque Solís y Siria Levario fueron la misma persona. Lo que sucede es que este último nombre fue con el que nació el 1 de septiembre de 1931 en el hospital homeopático de Chimalpopoca, México.

Ocurre que cuando alguien escucha música ranchera inevitablemente la asociará con México porque ese es el género que identifica a este país, que forma parte de su identidad, de su cultura y que obviamente tiene un sinnúmero de intérpretes, aunque no todos han dejado un legado de canciones, que los han convertido en ‘inmortales’, pese a sus desapariciones físicas.

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Y ese es el caso de Solís con su clásico ‘qué va’, que expresa en algún momento de cualquiera de sus canciones con estribillos que quedan para siempre en la memoria como “Si Dios me quita la vida antes que a ti/ le voy a pedir que concentre mi alma en la tuya/ para evitar que pueda entrar/ otro querer a saborear lo que es tan mío...”, de la canción Si Dios me quita la vida, por citar una de las 320 melodías que grabó durante la década del sesenta en la que tuvo su apogeo.

Y la tendencia de Solís (quien no conoció a su padre Francisco Siria, un obrero alcohólico que lo dejó a cargo de su madre Juana Levario y esta de su tío Valentín Levario, un panadero) se inclinaba hacia el bolero ranchero, aquel género que surgió el 23 de abril de 1949 con la canción Amorcito corazón, cantada por un sinnúmero de intérpretes como el Trío Los Panchos y Pedro Infante.

Por eso las canciones más recordadas de Solís, que todavía son programadas en algunas radios, tienen este estilo, entre ellas Payaso, quizá la más célebre, En mi viejo San Juan y Sombras, esta última grabada el 8 de febrero de  1965, un año antes de su muerte.

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Su infancia se desarrolló en el barrio Tacubaya, donde vivía con su tío Valentín y Ángela López, la esposa de este último. Allí alcanzó a terminar sus estudios primarios, pero no pudo continuar tras la muerte de su madre adoptiva, que lo obligó a trabajar, de lo que sea, para poder comer. Por necesidad fue panadero, carnicero, carpintero, estibador, lava carros, boxeador e incluso payaso. Sí, payaso, como su famosa canción melancólica y única en la voz de Solís cuando repasaba estribillos como “Payaso, soy un triste payaso”, acompañados por una estruendosa y a la vez desgarradora carcajada.

Catalogado como Rey del bolero ranchero, Solís también tuvo una vida artística intensa, tanto como la personal que se refleja con los cinco matrimonios que tuvo en los 34 años que vivió y de los que quedaron nueve hijos.

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La oportunidad de cantar le llegó cuando tenía 24 años y conoció a Julio Rodríguez, entonces integrante del Trío Los Panchos, aunque su inclinación por esta actividad ya la tenía a los 18 años, en 1949, precisamente cuando surgió el estilo de rancheras aboleradas. Ese año decidió tomar clases con Noé Quintero, para perfeccionar su canto con el que en esa época ya había ganado concursos barriales con el seudónimo Javier Luquín.

Admirador de su compatriota Pedro Infante, a quien imitaba en sus inicios, Solís adoptó ese apellido en 1955, el año en que conoció a Rodríguez, quien lo recomendó para una audición con la compañía Columbia para la grabación de su primer disco sencillo que tenía las canciones Por qué negar y Qué te importa. Este vinilo ganó un disco de platino el 5 de septiembre de 1957.

Y aquello de admirar a Infante no es una exageración porque un joven Javier Solís lo imitó con melodías como Gato prisionero, durante el sepelio de su ídolo el 18 de abril de 1957 (tres días después de su muerte), y en 1959 inició su primera gira internacional que lo llevó a países como Estados Unidos, de Centroamérica, Sudamérica y Ecuador.

Entre 1960 y 1965, el cine también ocupó gran parte de su trayectoria, que se registra en 32 filmes.

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En 1966 su carrera crecía más, pero un problema de vesícula lo obligó a internarse en la clínica Santa Elena de México, el 12 de abril de ese año. Fue operado al día siguiente, pero falleció seis días después por un infarto, que le sobrevino tras comer hielo (una costumbre que tenía, según sus allegados), pese a la prohibición de los médicos.

Se fue el 19 de abril, como coincidencia cuatro días después del noveno aniversario de su ídolo Pedro Infante. Murió Solís, pero nació su leyenda, aquella que aún se percibe en quienes conservan sus discos de vinilo.

Alguna de sus películas

1960
Ese año filmó ‘Tres balas perdidas’, ‘En cada feria un amor’, ‘Los cinco halcones’, ‘El norteño’.

1961
Fue el año de  ‘Los bárbaros del norte’, ‘Camino a la horca’, ‘Vuelven los cinco halcones’.

1962
Llegó el turno para películas como ‘Fuerte, audaz y valiente’, ‘Los forajidos’, ‘Sangre en la barranca’, ‘Un tipo a todo dar’.
 
1963
Ese año filmó solo dos películas: ‘México de mi corazón’ y  ‘Agarrando parejo’.

1964
Apareció en las cintas ‘Los cuatro Juanes’, ‘Campeón del barrio’, Diablos en el cielo’, ‘Escuela para solteras’, ‘El pecador’,  ‘Los hermanos muerte’, Rateros último modelo’, ‘Los tres calaveras’, ‘Aventuras al centro de la tierra’, ’Un callejón sin salida’. 
 
1965
‘La conquista del dorado’, Especialista en chamacas’, ‘Los Sánchez deben morir’, ‘Caña brava’, ‘Los tres salvajes’, ‘El hombre de la furia’, ‘Los que nunca amaron’. 

1966
Ese año filmó ‘Amor a ritmo de go go’, ‘Juan Pistolas’, ‘Los tres mosqueteros de Dios’.

Tres de sus clásicos

Payaso
En cofre de vulgar hipocresía
Ante la gente oculto mi derrota
Payaso con careta de alegría
Pero tengo por dentro el alma rota.

En la pista fatal de mi destino
Una mala mujer cruzó el camino
Soy comparsa que juego con mi vida
Pero siento que mi alma está perdida.

Payaso, soy un triste payaso
Que oculto mi fracaso
Con risas y alegrías
Que me llenan de espanto

Payaso, soy un triste payaso
Que en medio de la noche
Me pierdo en la penumbra
Con mi risa y mi llanto

No puedo soportar mi careta
Ante el mundo estoy riendo
Y dentro de mi pecho
Mi corazón sufriendo,
Payaso... payaso.

Sombras
Quisiera abrir lentamente mis venas
mi sangre toda verterla a tus pies
para poderte demostrar
que más no puedo amar
y entonces morir después

y sin embargo tus ojos azules
azul que tienen el cielo y el mar
viven cerrado para mí sin ver que estoy aquí / perdido en mi soledad

sombras nada más
acariciando mis manos
sombras nada más
en el temblor de mi voz

pude ser feliz/ y estoy en vida muriendo / y entre lágrimas viviendo
el pasaje más horrendo
de este drama sin final

sombras nada más entre tu vida y mi vida / sombras nada más entre tu amor y mi amor / qué breve fue tu presencia en mi hastío/ qué tibias fueron tus manos tu voz/ como luciérnaga llegó tu luz y dibujo las sombras en mi rincón/ 
y yo quedé como un duende temblando
sin el azul de tus ojos de mar/ que se han cerrado para mí/ sin ver que estoy aquí/ perdido en mi soledad.

En mi viejo San Juan

En mi viejo San Juan
Cuántos sueños forjé
En mis noches de infancia
Mi primera ilusión
Y mis cuitas de amor
Son recuerdos del alma

Una tarde me fui
Así a extraña nación
Pues lo quiso el destino
Pero mi corazón
Se quedó frente al mar
En mi viejo San Juan

Adiós (adiós, adiós)
Borinquen querida (dueña de mi amor)
Adiós (adiós, adiós)
Mi diosa del mar (mi reina del palmar)
Me voy (ya me voy)
Pero un día volveré
A buscar mi querer
A soñar otra vez
En mi viejo San Juan

Pero el tiempo pasó/ Y el destino burló/ Mi terrible nostalgia/ Y no pude volver
Al San Juan que yo amé/ Pedacito de patria/ Mi cabello blanqueó/ Ya mi vida se va/ Ya la muerte me llama
Y no quiero morir
Alejado de ti
Puerto Rico del alma.