En el  plantel se  imparte  astrología, pintura, ciencia y tecnología y  yoga  desde hace seis años.

Son 216 alumnos y aunque no todos sienten una fascinación por el arte, este es parte de su formación diaria a través de sus diferentes manifestaciones.

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La pintura, la música, la astrología, la tecnología  y el yoga tienen su espacio en el horario habitual  de clases de la unidad educativa República de Francia.

“El arte está en otro nivel aquí, es parte de nuestra vida”, dice el estudiante  Gustavo Santana, de  17 años.

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Él ejecuta el violín en el grupo musical del plantel,  pero durante el año lectivo aprendió  dos instrumentos:   la guitarra y el bongó.

Su compañera de aula Denisse Goya, de 16 años, integra  los coros. Ella combina sus estudios de canto con los de  flauta dulce y  órgano. Asegura que cuando se convierta en bachiller seguirá la carrera de Ingeniería en Sistemas y además continuará su preparación musical en el conservatorio Antonio Neumane, porque “quiero desarrollar el aprendizaje que he sembrado en mí”.

Dice que al terminar su etapa colegial siente nostalgia de abandonar la institución, pues durante los últimos cinco años estudió en ese establecimiento que le ayudó a fomentar sus gustos musicales. “Extrañaré este mágico equilibrio entre conocimiento y arte”, manifiesta.

Andrea López en cambio no se siente muy atraída por la música, sino por el yoga. A sus   15 años ya conoce lo suficiente de esta disciplina como para relajarse cuando se enoja y para evitar el estrés de los exámenes trimestrales. “El  yoga me ha servido para mejorar mi concentración y evitar cualquier momento de ira o enojo”, destaca.  

Módulos
Mónica Meythaler,  vicerrectora del República de Francia, explica que durante el año lectivo el alumnado recibe seis módulos: música, yoga, astrología, pintura, violines y ciencia y tecnología. Para cada uno de estos se  asignaron maestros especializados en cada rama.  

“El contenido académico es el mismo que plantean las otras instituciones educativas. Lo que nosotros hacemos es anexar el arte en las clases”, sostiene.
Agrega que la modalidad que aplica esta unidad desde hace seis años ha contribuido a la autodisciplina de los estudiantes.

“No tenemos inspectores, solo hay ciertos  profesores que nos ayudan a supervisar la disciplina. Creemos que el arte ha contribuido a mejorar la conducta de los jóvenes”, argumenta.

Efecto Mozart
Dentro del programa de estimulación artística que tiene el colegio también se incluye el efecto Mozart: estudiar con música clásica de fondo.

Este año se impartieron  clases,  en la primaria y en la secundaria,  con música clásica de fondo.

“Hemos escuchado que las cirugías que se hacen bajo este efecto han tenido resultados positivos y quisimos adaptarlo al colegio. Los  ritmos, las melodías y  el tono estimulan  el cerebro humano”, comenta. 

Víctor Almeida, de 16 años, comenta que recibió clases de álgebra con música.
“Me ha facilitado comprender la materia  sin desconcentrarme”.