El trovador cubano Silvio Rodríguez, uno de los más reconocidos exponentes de la música cubana, considera que las canciones no cambian el mundo, pero pueden hacerlo mejor.

El autor de  Ojalá respondió a preguntas o comentarios de algunos de los cinco cubanos condenados en Estados Unidos por espionaje y sus familiares, y sus declaraciones fueron publicadas ayer por el diario Juventud Rebelde.

Rodríguez dijo que experimentó sorpresa cuando Antonio Guerrero, uno de los cinco presos, le preguntó “¿qué experimentó al conocer que sus canciones también eran armas de lucha y resistencia en cárceles del imperio?”.

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“Las motivaciones de las canciones suelen estar lejos de escenarios tan trascendentes, tan importantes para todos y tan estremecedores, como puede ser esta realidad que viven estos cinco compañeros, hermanos nuestros”, señaló el autor de Amada.

 “Realmente, uno las hace pensando muchas veces en las musarañas; y de pronto, las ves como si fueran hijos. Aquello que nació con el fondillito al aire, de repente se visten con pañales, pantalones, cinturones”.

 “En ocasiones hasta se ponen mochilas, agarran fusiles y se lanzan quién sabe adónde, a combatir extraordinariamente. Y uno las ve y casi ni las reconoce, pero,  en medio de esa realidad maravillosa que pueden descubrirnos nuestros hijos, identificamos algo de lo que salió de uno primigeniamente y se dice: sí, son mis canciones, qué cosa más increíble”, indicó.

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 “Estas cosas que les suceden a otros, que después te las transmiten, te enseñan, te reenseñan, te reeducan y te muestran que, efectivamente, las canciones no pueden cambiar al mundo, pero contribuyen a hacerlo mejor”, apostilló.
Consideró  que “quien escribe canciones también es un escritor de ficción, como puede serlo un novelista”.