Dos médicos consultados dicen que los efectos del fósforo blanco en el organismo son irreversibles.

Cinco días duró la agonía de Angélica del Pilar Aguirre Piguave, de 19 años, y con dos meses de embarazo, quien ingirió tres diablillos el domingo 12 de diciembre pasado, por una fuerte depresión causada por problemas familiares.

Según versiones de los familiares, la mujer sufría depresiones continuas por su relación con su pareja, Julio Maridueña (20 años), quien aseguró que ellos no tenían mayores inconvenientes.

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Entre el lunes y el martes siguientes, el vómito y los fuertes dolores abdominales desesperaron a Angélica, quien al día siguiente que ingirió el producto pidió ayuda a sus familiares. Maridueña la ingresó en el hospital Luis Vernaza, donde finalmente murió el 17 de diciembre anterior.

Aguirre Piguave aumentó a 10 la lista de personas que se suicidaron en Guayaquil en el 2004 (cinco fueron entre niños y jóvenes) por intoxicación de fósforo blanco, sustancia predominante en la composición de diablillos y cuya dosis letal en el organismo es 0,5 gramos (equivalente a un diablillo), según el Departamento de Medicina Legal de la Policía Nacional.

Solo en diciembre, sostiene el doctor Juan Montenegro, jefe de este Departamento, ingresaron a la morgue de la Policía cinco cadáveres por envenenamiento con esta sustancia. Las edades de quienes fallecen por intoxicación con diablillos fluctúa entre 9 y 25 años. Las causas más comunes: depresión, problemas familiares y estudiantiles, ausencia de los padres de familia producida por la emigración, entre otros.

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Montenegro manifiesta que quienes deciden ingerir diablillos ignoran que sus efectos son irreversibles (en casos en que la dosis sea mayor a 0,5 gramos) y que su muerte no será inmediata. Durante las primeras 24 horas, dice, se producen fuertes dolores de estómago, faringe y laringe. Luego de ese lapso, el fósforo ingresa al torrente sanguíneo y destruye los tejidos del hígado, riñones, intestinos y corazón, proceso que dura de cuatro a cinco días hasta producir un infarto. No hay antídoto para contrarrestar los efectos de la sustancia.

“Muchos quieren asustar a sus padres y piensan que luego de eso pueden salvarse, pero los efectos son letales y la agonía es larga y muy dolorosa”, agrega Montenegro.

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Las estadísticas del hospital Guayaquil indican que durante este año ingresaron 25 pacientes intoxicados por diablillos, 7 de los cuales se registraron el mes que termina. Ninguno de ellos falleció en el hospital y fueron dados de alta tres días después.

Roberto Rueda López, médico internista del hospital Guayaquil, explica que luego de tratar a un paciente que ingiere fósforo blanco a través de un lavado gástrico, experimenta una leve mejoría, por lo que pide a los médicos autorización para salir del centro asistencial.

“Son pacientes que se los estabiliza, pero no sabemos si después de que  solicitan el alta fallecieron o no. Todo depende de los daños en su organismo”, dice Rueda.

Los médicos consultados aseguran que hay dos maneras de detectar a un paciente que ingirió diablillos: presencia de puntos fosforescentes en las heces que se ven en la oscuridad y aliento con fuerte olor a fósforo.

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