La novela es el regalo ideal de Navidad: siempre hay un lector, incluso para los días de playa. Sin embargo, desde estas líneas nos referiremos exclusivamente a algunos de los autores que han hecho noticia este año en las librerías ecuatorianas.

Para mi nieto que tiene dieciséis años, ¿qué libro de aventuras me aconseja? Pregunta la anciana al librero. Y comienza, entonces, un recorrido por estanterías y títulos en busca de una aventura... Llega también el coronel retirado que quiere regalar un libro a su jefe, el general Paco Moncayo, ¿habrá que encontrar un libro de estrategia militar o de estrategia política? se pregunta el librero.

Para los dos clientes encuentra una novela. Porque la novela es el regalo ideal de Navidad: siempre hay un lector, incluso para los días de playa. Sin embargo, hacer una selección de novelas desde las páginas de un diario, lejos de las estanterías del librero, no es tarea fácil. De modo que optaremos por un recorte de entrada: nos referiremos exclusivamente a algunos de los autores que han hecho noticia este año en las librerías ecuatorianas.

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Es posible comenzar por Laura Restrepo, que con Delirio ganó el premio Alfaguara. Trescientas páginas intensas sobre el conocimiento mutuo de las parejas y el delirio que representa lo que está detrás, a su vez, del delirio del otro. Si usted sospecha que el destinatario del libro ya conoce Delirio, Restrepo tiene otros títulos igualmente intensos: La novia oscura o Dulce compañía.

Si el interés va, en cambio, por un best seller de calidad, está Dom Brow, al que conocimos por Código Da Vinci. Ha llegado otra obra de él, Ángeles y demonios, escrita antes de ser Brow el autor de moda. Y ha comenzado también a publicarse todo lo que exista en torno al Código Da Vinci, para aprovechar el marketing; se trata del libro Los secretos del Código, que recoge una supuesta guía no autorizada sobre los misterios que están detrás de la popular novela.

En Ángeles y demonios, Brow sigue explotando el tema histórico, esta vez para hablar de la venganza de una secta, Los Illuminati,  del tiempo de Galileo, secta que vuelve en la época actual para continuar con el asesinato de dos científicos, el combate de la religión contra la ciencia.

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Otro autor que lanzó hace unos años una novela vendedora: El anatomista, el argentino Federico Andahazi, llega ahora con Errante en la sombra, la historia de un músico crecido al amparo de la memoria de Carlos Gardel; y hay otra novela de Andahazi que circula: El secreto de los flamencos, un thriller entre pintores en la época ya lejana de la gran pintura flamenca.

En Brow y en Andahazi parece haber calado hondo el estilo de novelas que creó Umberto Eco: una mezcla exitosa del género policial con el género histórico, para producir un thriller inteligente y culto.

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Y si se trata de thriller, están los cuentos con los que reapareció en nuestras librerías durante este año, el brasileño Rubem Fonseca: Pequeñas criaturas. Un autor profundamente urbano, cronista de las oscuras crisis humanas de las grandes ciudades, que sorprendió a fines del ochenta con su novela Agosto, que es posible volver a encontrar en nuestras librerías, en reediciones recientes.

Dos premios Nobel hicieron noticia en el 2004, en las librerías ecuatorianas: el japonés Kenzaburo Oé, galardonado en 1994 luego de su dramático libro El grito silencioso, protagonizado por el propio hijo enfermo de Oé; en este año publicó una novela sobre los sectarismos religiosos: Salto mortal; y el centroeuropeo  Imre Kertezs, que ha difundido apenas este año un texto escrito hace mucho tiempo: Diario de la galera, el proceso de la escritura de una novela en medio de la profunda crisis de su país, Hungría.

Y comienzan a llegar las novelas del último premio Nobel, la austriaca Elfriede Jelinek, crítica implacable de la derecha europea, al punto que hubo cierta prensa de su país que anunció el Nobel para Jelinek como una bofetada contra Austria. De Jalinek ya están en las librerías La pianista, llevada al cine bajo el título La profesora de piano, y Los Excluidos, la difícil supervivencia en una Europa densa por la memoria del nazismo.

Si estos libros hablan de un lector con una especial afición a las novelas, para lectores menos habituados siempre habrá alguna novedad de José Saramago o de Isabel Allende, que presentó en el 2004 El bosque de los pigmeos, la aventura de dos científicos por un extraño pueblo de África, una novela que respira exotismo; o el último de García Márquez: Memoria de mis putas tristes.

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Para el nieto o el sobrino que se inicia en la lectura, el libro de aventuras siempre puede ser un clásico que reaparece en colecciones baratas de bolsillo: un Conrad, un Stevenson, un Wilkie Collins.

Finalmente, si se trata de lectores ávidos por la actualidad política y que no han olvidado aún el proceso electoral norteamericano, está la última obra de Michael Moore, el sorprendente autor de Fahrenheit 9/11, que presenta  ahora su mordaz crítica a los amos de la política y la economía: Todos a la calle. De Moore circula todavía ¿Qué han hecho con mi país?

El libro es un regalo incierto, es verdad. Cualquiera puede perderse en medio de una oferta tan variada y para tantos gustos. Pero siempre hay quienes prefieren regalar un libro. En una importante librería quiteña todavía el librero recuerda al Gitano, Luis Robles Plaza, un político polémico, que regalaba libros, solamente libros, en las fiestas de Navidad, algo inusual en la zoología política contemporánea.