“Las explosiones sonaban como fuegos artificiales y las llamas lo envolvieron todo. La gente gritaba. Yo me protegí con el tablero donde tenía una ruma de petardos y corrí.
Cuando supe que murieron varios compañeros y que había perdido toda mi inversión de 25 millones de sucres (1.000 dólares al cambio actual) lloré como un niño”.