El III Congreso de la Lengua Española se inauguró ayer en el teatro El Círculo, en Rosario, Argentina. El acto estuvo presidido por el rey Juan Carlos de España.  Parafraseando a Platón, el monarca expresó en su discurso que Rosario será en estos días una “ciudad de palabras”. Y es que este evento ha convocado a casi dos mil asistentes y ciento sesenta ponentes, entre escritores y académicos, que han convulsionado con su inquieta presencia a la tranquila y hermosa ciudad de Rosario en el litoral argentino.

Taxistas, tenderos, amas de casa, meseros, vendedores de la ciudad no hacen otra cosa que hablar de realeza española, Academia de la Lengua y escritores internacionales. Por todos lados hay banderas ondeantes y carteles que muestran la letra “e” acompañada del rizo de la “ñ” que forman el logo del Congreso.

La gente se ha volcado a las calles como en fiesta provincial y por todos lados hay cámaras, micrófonos y, por supuesto, un impresionante dispositivo de seguridad que incluye escuadrones antiterrorismo.

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Una hora más tarde de lo anunciado, por un desperfecto del avión que transportaba al mandatario argentino, Néstor Kirchner, el salón principal del teatro rosarino se llenó de los aplausos de los 1.550 invitados especiales, luego de las palabras vía satélite del académico Francisco Ayala, quien –en forma entrecortada– por su avanzada edad dijo que “el lenguaje definía su presencia en el mundo”.

Luego le tocó el turno al escritor mexicano Carlos Fuentes, en representación de América Latina.

El novelista hizo un magnífico recorrido histórico rastreando los orígenes mestizos de nuestra lengua: “Los españoles llegaron en barcos cargados de palabras”, afirmó el autor de La muerte de Artemio Cruz y recordó que la génesis del idioma es tanto griega como judía, árabe y romana, es decir, multicultural.

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Esta reflexión, muy a cuenta del lema del congreso “Identidad lingüística y globalización”, lo llevó hasta nuestros días marcados por la migración y a las grandes metrópolis constituidas por las diferentes “colonias” extranjeras. “Por ejemplo, en la ciudad de Los Ángeles hay calles enteras con carteles en chino, japonés y otras lenguas orientales.

Los Ángeles es el bizancio lingüístico y cultural del océano Pacífico”, afirmó Fuentes.

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Para el novelista mexicano, este “contagio inevitable” del español con otras lenguas es más una “oportunidad que una amenaza”, más una “bendición que una maldición”. Además, Fuentes sostuvo que la nuestra es una lengua “receptiva, hospitalaria” que no admite el aislamiento.

Indirectamente, Fuentes hizo referencia al congreso que paralelamente se está desarrollando en Rosario y que es el de “las lenguas” (todas las que hablan los aborígenes americanos) al decir que la lengua española es para los indígenas de América una necesidad.

Fuentes cerró su intervención con una referencia al IV aniversario de El Quijote y unió bajo el paraguas de una misma lengua a mulatos, mestizos, indios y europeos. “Son las voces que se oyen en el mundo y se oyen en castellano”.

El escritor argentino Héctor Tizón, en representación de su país, llamó al congreso como un acto “loable e imprescindible” y enseguida le tomó la posta el rey Juan Carlos, quien aseguró vivir una “especial alegría por estar en la noble y querida ciudad de Rosario”. Su Majestad se refirió al español como “un idioma común que resuena con muy diversos ecos” y llamó a fomentar el diálogo entre los hispanohablantes “desde México hasta la Patagonia y desde el levante español hasta Bogotá o el Cusco”.

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El presidente Néstor Kirchner extendió la bienvenida a todos los visitantes y aseguró que la única esperanza es la revalorización de lo propio, es decir, “mantener la identidad de la lengua en la sociedad de la información”.