Las disputas entre empresas estadounidenses y entidades gubernamentales ecuatorianas inciden en la negociación entre EE.UU. y Ecuador de un Tratado de Libre Comercio (TLC).

Aunque no definen el acuerdo, “necesitamos un proceso justo y transparente”, dijo ayer Richard Mills, miembro del United States Trade Representantive (USTR) y secretario de prensa para comunicados del director del USTR, Robert Zoellick, durante su exposición en el Foro Empresarial del Ecuador, que se realizó ayer en Quito.

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El Ministerio de Comercio Exterior ha reconocido problemas del Estado con BellSouth, Chevron Texaco, Latin American, Electrolux y Pharma, así como recomendaciones en temas laborales de Human Rights Watch y US-LEAP.

Mills se refirió a las “sensibilidades” que cada país tiene en la negociación del TLC y que de no solucionarse en el corto plazo provocarían unas negociaciones “áridas”, e incluso nuevas rondas.

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Indicó, no obstante, que la reelección de George W. Bush como presidente de EE.UU. significa “una ratificación de la agenda”, que contempla siete rondas de negociación, de las cuales cinco ya se realizaron. “Continuaremos con los acuerdos comerciales”, agregó y citó compromisos con Panamá, Marruecos y Singapur.

Los subsidios estadounidenses, dijo, serían revisados si Japón y Europa también lo hacen con los suyos.

Walter Bastian, secretario del Hemisferio Occidental del Departamento de Comercio de EE.UU., destacó las opciones de una apertura comercial. “Primero es la visión de futuro”, dijo.

Cristian Espinosa, jefe negociador ecuatoriano, ratificó la intención de sellar el Tratado, pero advirtió que de no suscribirse, el país debería insistir en mantener las preferencias arancelarias de las que se beneficia –junto a sus socios andinos– en el mercado estadounidense.