El papa Juan Pablo II dijo ayer que la eutanasia es una distorsión de la ética médica e indicó que los galenos no deben decidir “quién puede vivir y quién debe morir”.

Sin embargo, a pesar de haber condenado esta práctica, el Papa dijo que los pacientes con enfermedades terminales tenían derecho a rechazar terapias y medicamentos que prolonguen sus vidas artificialmente sin una esperanza de recuperación.

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La declaración del Pontífice, leída ante una conferencia de trabajadores de la salud en el Vaticano, se produjo en momentos en que muchos países debaten leyes sobre el tema.

“La eutanasia está entre los dramas de una ética que presume establecer quién puede vivir y quién debe morir”, dijo el líder espiritual de unos 1.000 millones de católicos.

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El Sumo Pontífice, quien padece la enfermedad de Parkinson, indicó que incluso si a veces la eutanasia es por una compasión “erróneamente entendida”, o por un intento de preservar la dignidad humana, es moralmente inaceptable porque termina con la vida humana.

La eutanasia fue una cuestión de debate en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos. Varios países de Europa están preparando una legislación para controlarla.

La Iglesia Católica enseña que la vida comienza en el momento de la concepción y termina en el momento de la muerte natural.

“La compasión, cuando está desprovista de la voluntad para enfrentar el sufrimiento y estar junto a los que sufren, pone fin a la vida en lugar de terminar con el dolor, por lo que se distorsionan los estatutos éticos de la ciencia médica”, dijo el Papa.

La eutanasia está permitida en algunos países de Europa, como Suiza, Holanda y Bélgica. Legisladores belgas quieren ampliar su ley para incluir a los niños y adolescentes.

La Iglesia Católica española ha comenzado una campaña contra la eutanasia en un intento de prevenir cualquier iniciativa del Gobierno socialista para su legalización.

En Gran Bretaña, un sondeo reciente organizado por una agrupación que apoya la eutanasia reveló que el 47% de 790 personas encuestadas se arriesgaría a ir a prisión si un ser querido les solicitaba ayuda para morir.

En el Parlamento británico se ha iniciado una investigación para suavizar las reglas sobre la eutanasia.

En su discurso, el Papa señaló que los pacientes terminales tenían el derecho a rechazar lo que algunos han llamado “terapias obstinadas” por las que se sigue medicando incluso cuando no hay esperanza de recuperación.

“La negativa a recibir una de estas terapias no supone una renuncia del paciente a la vida”, manifestó el Papa, y añadió que era “éticamente correcto” poner fin a un tratamiento si el resultado era  ineficiente.