La comunidad ecuatoriana recuerda hoy el sesquicentenario (150 años) del nacimiento de  Francisco Febres Cordero Muñoz, el santo Hermano Miguel, quien vino al mundo en Cuenca el 7 de noviembre de 1854.

El admirado personaje siempre mostró noble vocación  y  magnífico talento que dio prestigio a la cultura ecuatoriana por su obra de educador, académico y poeta.

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Talento creador

Realizó sus estudios  con los Hermanos Cristianos, cuya legión de valiosos pedagogos muy pronto pasó a integrar. Durante 37 años fue maestro de clases inferiores, catequista,  procurador, director de la comunidad y escuela de El Cebollar, etcétera.

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Líder de una vasta labor  pedagógica ayudó al mejoramiento de la enseñanza con los textos que preparó sobre diferentes materias. Además realizó traducciones, historias sagradas, devocionarios y otros opúsculos.

Por su singular talento recibió distinciones y la incorporación en 1892 a la Academia Ecuatoriana de la Lengua; Francia y Venezuela le extendieron valiosos reconocimientos.

Rumbo a los altares

Nuestro compatriota viajó dos veces a Europa. En 1907, la segunda ocasión, lo hizo a París y Bruselas para preparar otros libros, pero su salud se quebrantó mientras cumplía ese encargo y los superiores lo mandaron a España a recuperarse.

Lamentablemente la enfermedad  hizo estragos y el Hermano Miguel falleció la tarde del 9 de febrero de 1910 en Premiá de Mar (Barcelona, España).

Sus restos llegaron a Quito en 1937. El Gobierno del Ecuador en consideración a su aleccionadora obra de preceptor lo declaró Modelo de Maestros en 1977.

En este último año el sumo pontífice Paulo VI lo beatificó, hasta que años después  recibió el honor de los altares para honra y alegría de su patria.

Por los méritos y virtudes de su piadosa vida cristiana fue elevado definitivamente a los altares por el papa Juan Pablo II en 1984.

Sobre el santo cuencano, monseñor Alberto Luna Tobar consignó: “Toda una vida de pasos rectos, con los pies torcidos;  importa más coraje que enfrentar montañas y estallar granadas... El catequista académico Santo Hermano Miguel fue, es y será la más grande gloria ecuatoriana y síntesis de todos los valores nacionales”.