En el primer piso del Hilton Colón, junto a un delicatessen, en un salón con una mesa para unas ocho personas y un computador, la delegación oficial de Bolivia se reúne y observa el avance de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con Colombia, Ecuador y Perú.
Aunque las mesas de trabajo están un piso más arriba, el jefe de la delegación, Juan Carlos Iturri, dice estar enterado “de todo o casi todo”, pues en todas las mesas, sin voz ni facultad de propuesta, está un representante de su país. En total, 15 funcionarios de Gobierno y cinco empresarios bolivianos están en el Hilton Colón siguiendo de cerca el proceso.
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Iturri, con los periódicos sobre la mesa, habla de tres momentos para Bolivia en el posible TLC andino. El primero está marcado por la relación con EE.UU., “para ver el momento adecuado (en que ingresarían, oficialmente, a las negociaciones)”.
El segundo y tercer momentos son para consolidar la posición de los sectores que apoyan y que se oponen al TLC y conformar un equipo de trabajo para sentarse a negociar.
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Los bolivianos, que van de un lado a otro con camiseta verde, en referencia a su bandera, tienen reuniones diarias y reportes de sus delegados, que luego son debatidos para elaborar informes preliminares. Bolivia –junto a Ecuador, Colombia y Perú– es beneficiario de las preferencias arancelarias (Atpdea, por sus siglas en inglés) que benefician a los países andinos, excepto Venezuela.