Se acerca el primer aniversario del anuncio que se pondría en marcha el proyecto que los cañicultores presentaron a las autoridades, de producir alcohol (etanol anhidro) apto como combustible para automotores, lo que permitiría elaborar una gasolina de mejor calidad que la Extra, equivalente a la Eco 85, que ya no se comercializa.

Si en el Ecuador existiese una economía de mercado, el proceso estaría en marcha. Los cañicultores hubiesen firmado contratos de venta con las distribuidoras de combustibles, y con contratos en firme, habrían procedido a plantar caña y construir las destiladoras.

Publicidad

A los actuales precios del petróleo, el alcohol de caña es competitivo. El alcohol costaría alrededor de $ 59 el barril ($ 1,40 el galón), en circunstancias que Petroecuador ha importado en $ 53,50 nafta de alto octano, imprescindible para elevar el octanaje de gasolina de bajo octano que produce, para que el producto resultante pueda ser apto para el consumo de los automóviles.

Pero en el Ecuador, el consumo de gasolinas es considerado estratégico, negocio que debe ser estatal, los precios señalados a dedo. Todo pasa por Petroecuador y el ente estatal se ha declarado abstemio.

Publicidad

En los primeros siete meses del año, Petroecuador importó 2,4 millones de barriles de nafta de alto octano, por un valor de $ 130 millones. La producción nacional de etanol hubiese permitido al país aumentar la actividad económica nacional por un valor equivalente, en lugar de destinarse ese dinero a comprar nafta importada.

De la información que tenemos disponible, calculamos que para sustituir con etanol esos 2,4 millones de nafta importada, se requeriría por lo menos cuadruplicar las áreas hoy sembradas con caña, que son 16 mil hectáreas. Luego de amortizar las inversiones, esos $ 130 millones quedarían para beneficiar a trabajadores agrícolas, cañicultores, empleados de las destilerías y los inversionistas.

Se lograría entonces, simultáneamente, ahorrar divisas por importaciones de combustibles, dar un mejor producto al consumidor nacional y crear empleos productivos en la agricultura. En su fase inicial, el proyecto podría ser más modesto, para crecer con el tiempo.

Se trata de una actividad en la cual el Ecuador tiene una gran experiencia y trayectoria. El cultivo de la caña se encuentra deprimido desde hace décadas, en que de manera simultánea los Estados Unidos y la Unión Europea adoptaron muy generosos subsidios para sus productores de caña y remolacha, arruinando el mercado internacional del azúcar, donde el precio es inferior a los vigentes en los mercados internos de los países productores.

En días pasados estuvo en el Ecuador el presidente Lula. El Brasil es pionero en el uso de la caña para producir alcohol. Se trata de una tecnología probada, no de una idea descabellada. Pero en Energía, y no solo en este proyecto, el Gobierno ha mostrado la más absoluta incapacidad para aprovechar las oportunidades y resolver los problemas: nueva contratación de exploración petrolera; completar la novena ronda de bloques en la Costa, que la inició el gobierno anterior; la distribución de energía eléctrica en Guayaquil, y la generación hidroeléctrica.

En veinte meses, ya es hora de la rendición de cuentas.