La exhibición se abre a las 19h00, en la pinacoteca de la Casa de la Cultura del Guayas (Nueve de Octubre y Pedro Moncayo).

“En la movida  me explayo y multiplico”. La frase está  sobre una de las pinturas ganadoras del Salón de Octubre, denominada Rojo amor, rojo pasión, rojo terrorista, del artista guayaquileño Joaquín Serrano.

El cuadro yace en la pinacoteca Manuel Rendón Seminario de la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas. El rojo prima en cada pincelada, en cada dibujo del artista. De allí, quizá, el nombre de la obra.

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El caos que se forma en la ciudad a lo largo del día y el rojo que representa  la violencia urbana se mixturan en este cuadro. Hernán Zúñiga, director de la pinacoteca, precisa que representa la problemática citadina de Guayaquil.

Pero esta pintura no está sola. Junto a ella se encuentra su compañera: De la serie de las ucuyayas, a los onces del terror, del pintor cuencano Ricardo Montesinos. Ambas, que tienen tendencia   neoexpresionista, se convirtieron en las triunfadoras  de la edición número 46 del Salón de Octubre Independencia de Guayaquil.

El certamen pictórico se inaugurará hoy, a las 19h00, en la entidad cultural. Los autores de las dos obras compartirán el Premio Adquisición Salón de Octubre,  que consiste en 8.000 dólares. El cuadro de Montesinos es un tríptico con nueve segmentos narrativos, y cada uno muestra a seres -a veces famélicos- con una actitud lúgubre, frente a dos momentos trágicos: los ataques terroristas a las torres gemelas y a la estación de Atocha, en Madrid. El autor cuenta que su obra es un rechazo a esta actitud inhumana de destruir y empezar a matar a inocentes. Con este premio, afirma, Guayaquil le ha dado todo. Lo ha apoyado, algo que su tierra natal aún no ha hecho, dice.

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Un poco más alejados de los ganadores, pero en el mismo Salón, guindan los dos cuadros seleccionados que recibirán el premio Revelación, dedicado a los artistas de hasta 30 años de edad.

De la tragedia que muestra la obra  De la serie de las ucuyayas a los onces del terror, se pasa a la ternura con la joven guayaquileña Pilar Colás. Ella obtuvo el premio Revelación con su cuadro Sin título, sin tiempo.

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La pintura muestra el rostro de una niña con el dibujo difuso de un conejo. Se destacan su oreja y nariz rosada. Un cuadro gris y  pese a ello no es sombrío sino dulce. “Es una reflexión poética. Una sutileza de la infancia. Un hecho temporal de cuando uno es niño”, define Zúñiga.

Y de la ternura, el otro ganador, también guayaquileño, Ilitch Castillo, abre paso al reclamo con su cuadro Conductas en la pinacoteca.

Esta vez el color amarillo sobresale en el lienzo que enseña restos de bastidores de madera apilados en el centro de un salón. Aquí el autor   -analiza Zúñiga- hizo una crítica a las instituciones culturales, a la falta de apertura que se les da a los artistas.

Su postura tuvo eco. “Esta institución ha reaccionado en forma positiva ante la queja premiando así su obra”, agrega.

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Tres pintores más recibirán una mención de honor. Ellos son: Lenín Muñoz con su cuadro Rostros, rastros y restos; Fernando Naranjo, por  Vientos en contra y Walter Lino con su obra Caramelos.