Ernesto Sábato desgrana en España en los diarios de mi vejez las emociones y la inyección de vitalidad que le supuso el viaje que, ya nonagenario, efectuó a este país, donde ahora aparece la última obra de este argentino universal.

Si su estado de salud se lo permite, es posible que el propio Sábato venga a España a finales de septiembre a presentar su libro, editado por Seix Barral y que ya vio la luz en Argentina el pasado junio.

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España en los diarios de mi vejez es como un cuaderno de bitácora, íntimo y vital, de este escritor, autor de tres obras emblemáticas: El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961), y Abbadón el exterminador (1974), traducido a más de treinta idiomas, Premio Cervantes y una de las conciencias más críticas del panorama de las letras.

Sábato se desnuda en este libro, escrito a modo de diario, en donde desgrana recuerdos de su infancia, su formación, su familia y sus lecturas, además de las anécdotas que rodean su viaje por España, que emprendió a principios del 2002, cuando Argentina estaba inmersa en grave crisis.

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También incluye reflexiones sobre la vejez, la literatura, la creación, la naturaleza del hombre y, cómo no, los eternos problemas de la globalización, la migración, la marginación, la injusticia y las comparaciones entre Argentina y España.

El autor, con la visión muy reducida –en el libro dice “cuando las pérdidas parecen cubrirme los ojos escribir y pintar me renacen”–, fue dictando a Elvira González Fraga, su compañera y antigua asistente, este diario, que comenzó en España y terminó en Argentina.

Un libro, que comienza con la declaración de intenciones del autor: “cuando, como ahora, prevalece mi deseo de poner lo que salga, de confesarme, hablo sin pensar. Siempre hay máscaras; salvo cuando el dolor, la bronca o la devastadora gratitud nos desnuda el alma”.

“Tengo otro gran motivo –continúa– para querer publicar estas páginas: la recuperación de la Argentina, este renacer de las posibilidades que se viven hoy, y que muestran una vez más, que lo que pareció imposible está encontrando surco. Que la utopía es el único camino”.

El autor de El túnel también refleja los honores que recibió durante este periplo por España y las conferencias que pronunció en diferentes localidades españolas.
Charlas, todas ellas, en las que dejó el testimonio del poder y la fuerza de las palabras y en las que habló de la delicada situación de Argentina, un país abandonado –dijo entonces– por “el expolio y la corrupción de los de dentro y de los de fuera”.

En los diarios, el autor del informe de los desaparecidos y torturados por la dictadura argentina, expresa asimismo su temor a encontrarse en su viaje con una España mudada. “Vengo a España temiendo no encontrar a quien busco, tan cambiada la he visto que temo no reconocerla. Temo que vayan a traicionar a Quijote, así dados como están a gratificarse con cosas compradas, y a toda costa parecer ingleses o norteamericanos. ¡Por favor! ¿Qué quedaría de los íberos sin Quijote?”, explica.

“Me entristece que la esencia de la España que amo esté desapareciendo. La España áspera, indómita, fuerte. La España de Cervantes, de Unamuno, de Machado, de Lorca, de Hernández. Quiera Dios –añade– que no llegue el día en que McDonalds instale su fábrica de hamburguesas en una plaza de toros”.