Considerado como el padre del heavy metal con Black Sabbath, el rockero británico, de 55 años, alterna el festival Ozzfest con la serie The Osbournes.
Realidad o parte del show. Cada jueves la imagen de un tipo de 55 años, que camina lento y con dificultades para hablar (menos cuando pronuncia alguna grosería entre frase y frase) aparece, a través del reality show The Osbournes, que transmite la cadena musical MTV. Es Ozzy, uno de esos íconos musicales a quien el paso del tiempo le quitó su nombre e incluso su apellido. Quizá porque es un personaje universal.
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Y Ozzy, aquel tipo que en 1980 desató más de una polémica por descabezar (con los dientes) a un pajarito en pleno concierto, es uno de ellos.
El 3 de diciembre de 1948 nació en Birmingham (Inglaterra) como John Osbourne, pero a los 15 años adoptó el apodo y lo añadió a su apellido. Ahora es simplemente Ozzy. De hecho, su disco de 1990 lleva el nombre Just say Ozzy (traducido al español como Solo di Ozzy).
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Pero el Príncipe de la Oscuridad, como también se lo conoce, es más que la imagen deteriorada (por los excesos de la drogadicción y el alcoholismo durante casi cuatro décadas) que proyecta en The Osbournes, donde comparte su vida familiar con Sharon, su esposa y representante; Kelly y Jack, dos de sus hijos.
Ozzy va más allá de esa imagen porque se trata del padre de lo que hoy se conoce como heavy metal, uno de los derivados del rock, que surgió con Black Sabbath en 1970.
Va más allá del tipo que en 1981 fue encarcelado por orinarse encima de un álamo, vestido de mujer, en Texas.
Va más allá porque es el creador del Ozzfest, el festival del rock más prestigioso de la última década, en el que este año (entre el pasado 11 de julio y el 4 de septiembre próximo) las máximas atracciones son las clásicas Judas Priest, Slayer y Black Sabbath.
Alguna vez fue rubio, en otras con cabello negro largo, otras corto (como en el video de la clásica canción Crazy Train). A esa diversidad de imágenes durante su carrera, se añaden sus tatuajes, entre ellos constan las iniciales O-Z-Z-Y, que en 1967 plasmó en sus nudillos durante las seis semanas que permaneció encarcelado en la Green Prison, de su natal Inglaterra, porque trabajaba en una inmobiliaria clandestina.
Al año siguiente, después de integrar Aproach y Music Machine, empezó a gestar Black Sabbath (que antes se llamó Rare Breed, Polka Tulk y Earh) junto a su vecino Geeze Butler, quien fue el bajista. A ellos se sumaron el baterista Bill Ward y el célebre guitarrista zurdo Tony Iommi.
La participación de Ozzy en Black Sabbath fue tan influyente que tras su salida en 1979 (por discrepancias con Iommi acerca de quién lideraba la banda), no tuvo el éxito de los primeros años. Ese año apareció Ronnie James Dio, quien alcanzó más fama en su carrera como solista que con Sabbath. Fue el inicio de un peregrinaje de vocalistas hasta la reunión de los originales miembros en 1999.
Su conducta rebelde, la que marcó con su abandono del hogar a los 15 años, se acentuó con la separación de Sabbath. Ozzy, quien ya tenía un fracasado matrimonio con Thelma Mayfair en 1971, tocó fondo con las drogas y el alcohol durante tres meses en un hotel de Los Ángeles.
En aquella época apareció Sharon Arden (hija de Don Arden, propietario de la disquera Jet Récords). Ella, quien se convirtió en la señora Osbourne el 4 de julio de 1982 en Hawaii, sacó a Ozzy del abismo.
Desde entonces y pese al cáncer al colon que sufre desde hace dos años, ella maneja las finanzas de su famoso esposo y el Ozzfest del que él dudaba encabezar en enero de este año, tras el accidente en cuadrón que casi lo mata el pasado 8 de diciembre (fecha en que coincidencialmente murió John Lennon, otro grande de la música, en 1980) en su natal Inglaterra.
En febrero pasado con un contundente: “No voy a morir, voy a hacer la gira. No estoy muerto. Estoy listo para hacer rock”, anunció su regreso a los escenarios. Lo hizo con la seguridad de estar más vivo que nunca.