Fue el accidente más mortífero de la agitada historia nuclear de Japón y el último de una serie de problemas en centrales nucleares que han minado la confianza en ese tipo de energía, de los 128 millones de japoneses que aún recuerdan el lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
El accidente coincidió con el 59º aniversario de la explosión de la bomba en Nagasaki, el 9 de agosto de 1945.
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