El incendio del centro comercial Ycuá Bolaños en Paraguay, que provocó la muerte a más de 400 personas este domingo pasado, envió una señal de alerta al resto de América Latina, donde la falta de normas de seguridad y la ausencia de controles son una bomba de tiempo capaz de estallar con igual resultado.
Lejos de ser novedosos, los incendios en sitios públicos son frecuentes en la región, desde México hasta Argentina, tal el caso de la discoteca Kheyvis de Buenos Aires, envuelta en llamas en 1993 a raíz de la broma pirotécnica de un puñado de adolescentes. Diecisiete jóvenes no consiguieron salir con vida.
Sin un certificado anual de los bomberos, los lugares de afluencia masiva en Argentina deberían ser clausurados, aunque no siempre se cumple la norma. Además se reconoce que los simulacros serios son la excepción. Buenos Aires tiene un plan de evacuación en caso de incendio o explosión para edificios públicos o privados, que obliga a realizar dos simulacros anuales, aprobado hace apenas dos meses.
México necesitó una tragedia similar -el incendio de la disco Lobombo a fines del 2000, donde murieron 25 personas- para que los bomberos y las autoridades recomedaran a los comercios y lugares de diversión reforzar las medidas de seguridad industrial.
Las autoridades exigen a los propietarios revisar periódicamente los equipos y las redes de energía eléctrica y del gas natural, garantizar que las puertas de acceso "sean amplias y suficientes" y evitar que ingresen más personas de las que el local puede albergar.
Perú fue escenario de dos conflagraciones de pesadilla en los últimos tres años: la primera -la más parecida a lo sucedido en Asunción- fue el incendio del centro comercial Mesa Redonda de Lima, en diciembre de 2001, con 280 muertos. El otro incendio se desató siete meses después en la discoteca Utopía, y esta vez las víctimas fueron 28.
La doble tragedia, sin embargo, no bastó para adecuar las normas de seguridad a los riesgos evidentes: desde hace un año y medio existe un proyecto de ley para que los bomberos participen en la aprobación de las licencias de locales públicos, supervisando el riesgo de evacuación contra incendios, pero el proyecto está paralizado.
Es por eso que el comandante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Perú, Tulio Nicolini, confía más en la buena suerte que en la infrecuente seguridad: "Crucemos los dedos para que lo ocurrido en Paraguay no suceda aquí".
Venezuela fue testigo en diciembre de 2002 de un incendio similar al de Paraguay, cuando 65 personas murieron tras cerrarse las vías de escape de un bar en Caracas llamado La Guajira. Sus propietarios habían violado normativas nacionales y municipales existentes en materia de seguridad.
Aunque el incendio del bar no la movilizó de manera especial, la cámara venezolana de centros comerciales sí se impuso nuevas reglas a sí misma tras el siniestro del Yacú Bolaños en Asunción. El diario El Nacional señaló el jueves pasado que los centros crearán su propia normativa de seguridad industrial para evitar casos similares.
Rodolfo Briceño, jefe de bomberos de Caracas, dijo que los centros comerciales de todos modos ya tienen "espacios muy abiertos, con muchas salidas de escape y un riguoso control por parte de las autoridades". Sin embargo, admitió sentirse "preocupado" por los sitios nocturnos de la capital, porque "son espacios de concentración masiva, que no cuentan con salidas de emergencia, señalizaciones ni personal capacitado".
En Uruguay son obligatorios los sistemas de detección de incendios, pero no se exige la instalación de rociadores en grandes superficies como shoppings, supermercados, discotecas y edificios de oficinas, entre otras. Tampoco existe la obligación de incluir sistemas de control de humos, que permiten evacuar los gases tóxicos que se generan rápidamente en caso de incendio y que además son los que causan mayor cantidad de muertes en eventos catastróficos.
Por otra parte, en Ecuador los cuerpos de bomberos de Quito y Guayaquil aseguran que en los lugares de gran concentración de gente se aplican normas y códigos internacionales de incendios y seguridad humana, lo cual les ha evitado dolores de cabeza.
Lo mismo aseguran en Santiago de Chile, cuyas autoridades afirman que las normas son estrictas y que se hacen cumplir. Los funcionarios del Servicio de Salud Metropolitano del Ambiente se ocupan de que los centros comerciales incluyan salidas de emergencia, sistemas de alarma automáticos, abundantes extintores y una vigilancia permanente que permitan, sino evitar los incendios, evitar las muertes.