La obra de Wilson Paccha Chamba obliga a la mente de cualquiera que la mira a participar de su contenido. La rueda de la fortuna, categoría: ser viviente habla de la fortuna, de niños mongólicos y de él mismo, en distintas facetas.

Es un políptico de 52 módulos (cada uno de 28 por 23 centímetros) que mide 118 por 348 centímetros, por el cual Pa-ccha recibió la noche del sábado pasado, 10.000 dólares: la recompensa para el primer lugar del concurso pictórico Salón de Julio 2004.

El pintor quiteño comentó que armó la teoría visual de su obra desde hace un año y medio. “Me tomó unas tres semanas, casi un mes, armarla”.

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La creación de Paccha tiene un juego de interacción con el espectador, quien asume la leyenda, como en el concurso televisado ‘La rueda de la fortuna’. Entre las letras, dibujó dioses hindúes de bonanza y éxito con nombres en orden alfabético. “Detrás de cada icono hay un santo mongólico”, explica.

Quien mira las piezas lee la inscripción: ‘Ese longo quiteño vale oro’. Con esta idea, Paccha se pintó a sí mismo barriendo, haciendo ejercicios, peleando con un oso de Bon Ice y manteniendo relaciones sexuales con dos mujeres simultáneamente.

Al contrario del quiteño, la ganadora del segundo lugar afirmó que no intentó transmitir nada con su creación, que carece de título. La obra con la cual Janeth Méndez Salamea obtuvo 6.000 dólares, nació hace cinco meses, comentó la pintora cuencana.

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Méndez ha elaborado piezas artísticas con leche, sangre, cabello y semen. Dijo que la ejecución le tomó una semana: cerca de 20 mujeres imprimieron su pubis en telas para lencería, con tinta y, así, ella juntó 238 cuadritos que cosió como una colcha de retazos.

En cambio, lo que motivó al guayaquileño Marco Alvarado a elaborar el Decreto optimista para hippies y surrealistas, que le valió el tercer premio del Salón de Julio y 4.000 dólares, fue su idea de que los jóvenes de esta generación “perciben la realidad pero no la comprenden”, expresó.

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En un mes y medio pensó en  hacer una analogía visual de su arenga a la juventud vanguardista. Y la creó en menos de un día, según relató. “Es un pequeño duende que se ríe y atemoriza, sí, a las mentes quietas. Talvez es un poco estridente, como lo fueron los hippies y los surrealistas, que no se acostumbraron a lo que les impusieron”, señaló.

También el sábado pasado se entregaron menciones de honor a los artistas Jorge Luis Aranguren, por su Atípico, típicamente típico; Diego Bravo, por Es imposible un mundo sin espejos porque...; Danilo Vallejo, por Los gemelos Torres; y Daniel Adum, por Oceanoarte Nº 1. Las obras estarán expuestas hasta el próximo 21 de agosto, en el Museo Municipal (Sucre entre Chile y Pedro Carbo). Se podrán apreciar de martes a sábado, de 09h00 a 17h00.