El presidente George W. Bush quiere retornar a la Luna y poner a un hombre en Marte. Pero el científico Bradley C. Edwards alienta una idea espacial revolucionaria: un ascensor que ascienda 100.000 kilómetros por el espacio. 
 
Edwards cree que una versión inicial del aparato podría estar en funcionamiento en 15 años, un año antes del período límite que estableció Bush para retornar a la Luna. Señala que el costo del ascensor sería de 10.000 millones de dólares, una bicoca si se compara con lo que cuestan otras empresas espaciales. 
 
"No es una nueva física, no hay nada que descubrir ni que inventar", dice. Si hay demoras presupuestarias o de cualquier otro tipo, podría prolongarse, pero 15 años es un plazo realista para concretarlo. 
 
Edwards no es alguien cualquiera a quien se le haya ocurrido una idea. Dirige el proyecto del ascensor espacial para el Instituto de Investigación Científica en Fairmont, Virginia Occidental. La NASA ya le ha dado más de 500.000 dólares para estudiar la idea y el Congreso le ha asignado 2,5 millones más. 
 
"Muchos en la NASA están muy interesados en la idea", dijo Robert Casanova, director del Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA en Atlanta.
 
   Edwards cree que un ascensor espacial ofrece una forma más segura y más barata de viajar al espacio, que eventualmente podría transportar exploradores a otros planetas. 
 
El ascensor de Edwards se elevaría mediante un cable compuesto de nanotubos, cúmulos infinitesimales de átomos de carbón mucho más fuertes que el acero. El cable tendría un grosor de 0,91 metro y sería más fino que un pedazo de papel, pero capaz de transportar una carga de hasta 13 toneladas. 
 
El cable estaría sujeto a una plataforma en el ecuador terrestre, en la costa del Pacífico de Sudamérica donde los vientos son suaves y el vuelo de aviones comerciales es escaso. La plataforma móvil permitiría desplazar el cable para no obstaculizar el paso de satélites en órbita. 
 
David Brin, un escritor de ciencia ficción que enseñó física en la Universidad de San Diego, cree que el concepto es válido, pero duda que dicho proyecto pueda funcionar para el año 2019. 
 
"No me cabe duda de que nuestros tataranietos utilizarán rutinariamente los ascensores espaciales", dijo. "Pero todavía estamos a una generación de obtener la tecnología necesaria". 
 
El instituto de Edwards inició recientemente su tercera conferencia anual sobre ascensores espaciales. Entre los invitados al evento de tres días figuraba John Mankins, director de tecnología humana y robótica de la NASA. 
 
La idea del ascensor especial no es nueva. Un científico ruso, Konstantin Tsiolkovsky, la concibió hace un siglo. Y la novela de Arthur C. Clarke   The Foundations of Paradise, publicada en 1979, habla de un ascensor espacial de más de 38.000 kilómetros, así como colonias permanentes en la Luna, Mercurio y Marte. 
 
La diferencia, dijo Edwards, es que ahora   tenemos un material que nos permitiría construirlo. 
 
Prevé el lanzamiento de secciones de cable al espacio por medio de cohetes. Un   escalador -su versión del ascensor- sería luego adherido al cable y utilizado para añadir más tramos de cable hasta que llegue a la Tierra. Luego se adheriría un contrapeso en el extremo del cable en el espacio. 
 
Edwards compara el diseño con   hacer girar una pelota sobre una cuerda atada a tu cabeza. La cuerda es el cable y la pelota el contrapeso. La rotación de la tierra mantendría el cable tirante. 
 
El ascensor operaría con sensores que convierten luz en electricidad. Un láser adherido a la plataforma podría ser apuntado al ascensor para dispararle el haz de luz, dijo Edwards. 
 
Calculó que probablemente necesite unos dos años más para desarrollar los nanotubos de carbón y obtener la potencia necesaria. A partir de allí, cree que se podría empezar el proyecto.
 
"El mayor de los obstáculos es la política o la financiación, que los dos son la misma cosa", dijo.   No creo que el aspecto técnico sea un problema.