Mientras el presidente de EE.UU., George W. Bush, convierte su oposición a los matrimonios homosexuales en un tema de la campaña presidencial, centenares de parejas estadounidenses se casan en Canadá cuando se cumple un año desde que se legalizaron las bodas entre personas del mismo sexo.
En Estados Unidos, el matrimonio entre personas del mismo sexo es uno de los debates sociales más encendidos, especialmente desde que el pasado 17 de mayo Massachusetts se convirtió en el primer estado de EE.UU. en permitir legalmente estas uniones.
Al otro lado de la frontera, en Canadá, el país acaba de cumplir un año de matrimonios homosexuales legales en Columbia Británica, Ontario y Québec, aunque el aniversario ha pasado prácticamente desapercibido, sin grandes celebraciones.
En Toronto, la capital de Ontario, donde en junio del 2003 se empezaron a celebrar las primeras bodas homosexuales con licencias matrimoniales emitidas por la ciudad, las ceremonias son parte de la vida cotidiana tras la euforia inicial que atrajo la atención mundial.
"Pues ahora que lo dice es verdad que hace un año. No me había dado cuenta. No, no hemos hecho ningún estudio sobre el impacto de la decisión para la ciudad y no creo que haya ningún tipo de datos sobre este asunto. Quizás en un año", explicaba a EFE un portavoz de la oficina de Desarrollo Económico y Turismo de Toronto.
El portavoz municipal, Brad Ross, sin embargo, sí tiene datos sobre los matrimonios celebrados en Toronto.
"En el último año hemos emitido 1.484 licencias matrimoniales a parejas del mismo sexo sobre un total de 18.169. Del número de matrimonios homosexuales, 519 corresponden a parejas procedentes de Estados Unidos y 85 a otros países", explicó Ross.
En otras palabras, menos de un diez por ciento de los matrimonios celebrados en la principal ciudad canadiense son bodas homosexuales, lejos del aluvión de ceremonias que algunos activistas, tanto en favor como en contra de la igualdad de derechos para parejas del mismo sexo, habían previsto hace un año.
Pero, significativamente, más de un tercio de los matrimonios de personas de un mismo sexo son de estadounidenses.
Para las poco más de 500 parejas estadounidenses casadas en Toronto en el último año, la alocución radiofónica de Bush el sábado es una confirmación de que su decisión de viajar a Canadá ha sido la adecuada.
En su intervención, Bush repitió su oposición a los matrimonios entre homosexuales y afirmó que son "unos pocos jueces activistas y funcionarios locales" lo que quieren forzar la aprobación de esos enlaces.
"Dado que las familias transmiten los valores y forman el carácter, el matrimonio tradicional es también básico para la salud de la sociedad. Nuestra política debería dirigirse a fortalecer a las familias, no a debilitarlas. Y cambiar la definición del matrimonio tradicional socavará la estructura familiar" añadió Bush.
En Canadá, durante las recientes elecciones generales del 28 de junio, el Partido Conservador quiso convertir los matrimonios homosexuales -y la ley que el Partido Liberal quiere preparar para legalizarlos en todo el país y no sólo en tres provincias- en parte de su estrategia política, pero falló y para muchos resultó perjudicial.
Y es que, según las encuestas, la actitud de los canadienses respecto a los matrimonios homosexuales está cambiando día a día.
Según un estudio llevado a cabo por la empresa Environics -una de las principales empresas de sondeos del país- mientras que en septiembre del 2003 un 47 por ciento de los canadienses se oponían a las bodas entre personas del mismo sexo, en julio la cifra había caído hasta el 38 por ciento.