Durante su larga permanencia en Nueva York, la guayaquileña Leticia Guerrero Valenzuela, quien fungía de cónsul en dicha ciudad, trabó amistad con un importante grupo de artistas latinoamericanos que habitaban en la gran metrópoli. Leticia se volvió un destacado personaje entre la diáspora neoyorquina e hizo amistad con varios artistas, entre ellos Luis Molinari-Flores, quien entonces residía en Nueva York; César Paternosto, Leonel Góngora y Vita Giorgi, dan testimonio del ambiente cultural latinoamericano en Estados Unidos.
Leticia, asimismo, colaboró directamente en la organización de exposiciones de gran importancia, como Corrientes abstractas del Ecuador, realizada en el Centro para Relaciones Americanas, y con gran generosidad acogió a jóvenes artistas como Ramiro Jácome.

El amor de Leticia por el arte la impulsó a formar una estupenda colección de arte latinoamericano, que tuvo por nombre Alberto Guerrero Martínez, en homenaje a su padre, que en varias ocasiones fue Encargado del Poder en Ecuador.

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Esta colección –que Leticia siempre pensó debía quedar en el país– fue creciendo notablemente con el aporte de varios de sus amigos artistas. Con sus ahorros, Leticia no dejaba de adquirir obras de artistas latinoamericanos, entre ellos, los ecuatorianos Camilo Egas, Manuel Rendón, Galo Galecio, César Valencia, Eduardo Kingman, Araceli Gilbert, Aníbal Villacís, Luis Molinari-Flores, Enrique Tábara, Estuardo Maldonado, Oswaldo Viteri, Irene Cárdenas, Mauricio Bueno, Mariella García y Ramiro Jácome.

Pero lo más interesante de esta coleccionista fue su predilección por obras de algunos latinoamericanos amigos suyos, como los cubanos Mario Carreño, Cundo Bermúdez, René Portocarrero, Hugo de Soto y Emilio Sánchez; los mexicanos José Luis Cuevas, Pedro Friedeberg, Luis López Loza y Arturo Rivera; los colombianos Omar Rayo, Leonel Góngora, Eduardo Ramírez Villamizar, Alejandro Obregón, Alicia Viteri y Antonio Samudio; y la boliviana María Luisa Pacheco.

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También agrupó obras del uruguayo Julio Alpuy; el costarricense Carlos Poveda; los argentinos Antonio Frasconi,  Julio Le Parc, Rogelio Polesello, Rómulo Macció, Alejandro Puente y César Paternosto; los guatemaltecos Carlos Mérida y Rodolfo Abularach; los venezolanos Jesús Rafael Soto, Carlos Cruz Diez, Alejandro Otero, Luisa Palacios, Édgar Sánchez y Rafael Bogarín; y, el nicaragüense Armando Morales.

Además, del primitivista hondureño J. A. Velásquez; los chilenos José Gómez Quiroz, Mario Toral y Enrique Castro Cid; el brasileño de origen japonés Manabú Mabe, Luiz Arthuro Piza y Antonio Henrique Amaral; y, el peruano Alberto Quintanilla.

La colección consta de varias obras de grandes clásicos del arte latinoamericano. Entre ellos, los cubanos Wifredo Lam y Luis Martínez Pedro; el chileno Roberto Matta; la cubana Amelia Peláez del Casal; y, los mexicanos José Clemente Orozco y Rufino Tamayo.

Leticia adquirió también varias obras de artistas norteamericanos, como Olga Dueñas, Ray Johnson. Como única pieza del siglo XIX ella adquirió en Washington, D.C., un importante dibujo firmado por Roofs de la antigua catedral de Guayaquil.

La colección posee pocas obras de grandes dimensiones, esto se debe a que fue formada con fondos limitados y obsequios de artistas. Sin embargo, varias de las obras son de enorme calidad, como el grabado Soldaderas, de Orozco; la maravillosa acuarela Niña con abanico, de Peláez del Casal; Payasos, de Portocarrero; Tres desnudos, de Armando Morales; los magníficos intaglios de Omar Rayo, Prisioneros de sus pasiones, de Leonel Góngora; y Aparición, de su esposa Vita Giorgi.

En 1980 la colección fue adquirida por el Banco Central del Ecuador y destinada a formar parte del Museo en Guayaquil.
Las 214 piezas han sido desde entonces en parte exhibidas en Quito como Colección Dr. Alberto Guerrero Martínez (antes de la adquisición) y en Guayaquil y Cuenca bajo el título Visión del arte latinoamericano.

Con ello el Banco Central del Ecuador abrió una ventana al mundo dentro de sus entonces nutridas adquisiciones, que ahora empezarán a ver nuevamente la luz en las instalaciones del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo. Esta colección merece una consideración en especial, como homenaje a la visionaria Leticia Guerrero Valenzuela, recién fallecida, y a quien la ciudad de Guayaquil debe un homenaje.