Investigadores ingleses afirman haber comprobado que la actividad neuronal que permite hacer juicios de valor respecto a otras personas se suspende si hay un vínculo sentimental.

Dice el refrán que el amor es ciego y para investigadores, esta afirmación parece ser cierta, al menos para el amor maternal y el amor de pareja, informa Biomedia en su web biomeds.net/biomedia.

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Dos investigadores de la Universidad College de Londres (UCL) han demostrado que los sentimientos que se generan con el amor romántico y maternal activan casi las mismas regiones del cerebro. Aunque esto ya era conocido, lo sorprendente de los resultados de la investigación es que además demuestra que estos sentimientos producen una supresión de la actividad neuronal asociada al proceso de crítica social sobre las personas y sobre las emociones negativas.

Los resultados del estudio, publicado en un número reciente de la revista Neuroimage,    sugieren que cuando alguien se vuelve familiar, la necesidad de valorar el carácter y la personalidad de esa persona se reduce.

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En el experimento –indica el artículo de Biomedia–, los investigadores exploraron los cerebros de 20 madres jóvenes mientras veían fotografías de sus propios hijos, de niños conocidos y de amigos adultos, y controlaron las áreas del cerebro que se activan durante los sentimientos de familiaridad y amistad (las regiones del cerebro implicadas en el amor romántico fueron identificadas por los autores en un estudio anterior).

La semejanza de la actividad registrada en este estudio, comparada con los resultados obtenidos en el anterior, resultó impactante; la actividad de varias regiones del cerebro se superpuso exactamente en las dos investigaciones.

En resumen, los resultados demostraron que ambos tipos de amor activan regiones específicas en los sistemas de recompensa, mientras inactivan los sistemas necesarios para hacer juicios negativos.

Los nuevos resultados revelaron, también, que los mecanismos del amor son similares en animales y seres humanos, y que las regiones del cerebro activadas son las mismas que responden a la oxitocina y a la vasopresina, hormonas producidas por el cerebro.

Se ha demostrado que estas neuro-hormonas, en animales, son suficientes para inducir el vínculo entre madre e hijo y entre varón y hembra.

La nueva investigación proporciona una conexión con trabajos previos en animales, demostrando que la misma “poción de amor” producida por el cerebro está presente en animales y humanos.

“El amor romántico y el maternal son experiencias tan altamente compensatorias que están ligadas a la perpetuación de las especies y, por lo tanto, están profundamente unidas a una función biológica de crucial importancia evolutiva”, dijo Andreas Bartels, del departamento de  Imagen y Neurología de la UCL, según la publicación de Biomedia.

Los autores estudiaron, mediante técnicas de imaginería cerebral como la tomografía, las áreas cerebrales que se activan y las que se inactivan con los sentimientos amorosos. “Detectaron cosas que ya sabíamos, que las áreas de premio, las áreas del sistema límbico que tienen que ver con los circuitos dopaminérgicos, se activan durante el momento de afiliación”, explicó Mara Dierssen, investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona. Pero lo sorprendente del experimento es que las áreas que se inactivan son aquellas que habitualmente se activan durante el juicio social, cuando se evalúa a una persona.

De este modo se explicaría por qué perdemos la capacidad de juzgar a las personas a las que queremos de una manera muy intensa.

Los autores del trabajo sugirieron, además, que este mecanismo de activación y desactivación puede estar directamente relacionado con la necesidad de perpetuación de las especies, al detectarse la síntesis de las mismas sustancias endógenas tanto en humanos como en otros animales. Parece demostrado, pues, que el amor es, biológicamente, ciego.