El corazón de Luis XVII fue depositado este martes en la cripta de los Borbones de la basílica de San Dionisio, en la  periferia de París, al término de una ceremonia religiosa a la que asistieron varios miles de personas.
 
Identificado mediante análisis de ADN en 2000, el corazón del hijo menor de  Luis XVI y María Antonieta, muerto de tuberculosis el 8 de junio de 1795, fue  objeto durante muchos años de una polémica sobre su autenticidad.
 
Destinado a reinar con el nombre de Luis XVII, el niño fue encarcelado en  la prisión del Templo al mismo tiempo que sus padres, en 1792. Cuando murió, el  doctor Pelletan, que participó en la autopsia, ocultó el corazón y lo conservó,  considerando que era el del delfín, el heredero del trono francés.
 
A la polémica sobre si el niño muerto era en realidad el hijo de Luis XVI o  el de otro niño encarcelado se agregó otra, puesto que los historiadores se  preguntaban asimismo si el corazón era efectivamente el del príncipe o el de su  hermano mayor, muerto unos años antes en Versalles.
 
La urna con el corazón conservado en alcohol pasó después por varias manos  y varios países, hasta llegar nuevamente a Francia y ser entregada al  presidente del Memorial de Francia.
 
Unos 2.500 invitados participaron en la ceremonia dentro de la iglesia,  mientras unas mil personas siguieron el oficio, transmitido en pantalla  gigante, en el exterior del edicifio.
 
Entre los asistentes figuraba Luis Alfonso de Borbón, que al terminar la  ceremonia fue saludado por la multitud al grito de "Viva el rey".
 
En efecto, para numerosos monárquicos franceses es este treintañero  español, duque de Anjou, el heredero legígimo del trono de Francia, trono  inexistente puesto que abolido por la República.
 
Luis Alfonso de Borbón, que reside en Madrid, se limitó a declarar que  estaba viviendo un "bello día", como la familia de Borbón-Parma, que lo  acompañaba al salir de la misa.