Un balón, en especial pequeño, liviano y que rebote bastante, es lo que se necesita para el juego del cartero, en el que cada participante se identifica con el nombre de cualquier país del mundo.

Luego de que los jugadores escogieron los países que representarán y sortean quién será el primer cartero, el que se deberá adelantar unos pasos de sus rivales con el balón mientras los demás esperan detrás de una línea.

El popular juego del cartero se lo realiza con siete o más participantes, ellos después de tener una identificación forman una fila. La cartera en uno de esos juegos fue Ángela Macías, de 14  años, que se reunió con sus vecinos y compañeros del colegio Nuestra Madre de la Alborada. Ella fue quien inició el juego con la frase: “Ha llegado una carta”.

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Sus amigos: Verónica Criollo, Denisse Medina, Danna Áurea, Adrián Triviño,  Josué y Emilio Robles contestan en coro: “¿Para quién?”, entonces Ángela contesta: “Para Argentina...”, y lanza el balón al aire con la mayor fuerza que posee hacia atrás. Denisse, que representa a Argentina, corre a coger la pelota mientras que el resto de participantes se desplaza en sentido contrario.

Una vez que “Argentina” tiene en las manos el balón ella dice “alto ahí” y todos se quedan estáticos, luego de eso ella da brincos y separa en sílabas el nombre de su país, así: “Ar..., gen..., ti..., na...”, mientras pronuncia cada sílaba brinca y después debe lanzarlo al participante más próximo, no se debe lanzar el balón muy fuerte.

A la persona que le haya caído la pelota será el nuevo cartero, y realizará el mismo proceso que hizo Ángela.

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En caso de caer tres veces en el mismo jugador el  papel de cartero se le impone una penitencia, la que decide el grupo y puede ser que tiene que hacer mímicas de cualquier personaje o animal, o contar un chiste y si no hace reír al equipo, le dan otra oportunidad para que siga jugando. En este entretenimiento no hay límite para las penitencias porque la imaginación es lo que sobra a los jóvenes, en este juego.

Se lo puede realizar en los parques, portales o callejones, algunos de los practicantes aseguran que esta recreación la aprendieron en el jardín y preescolares y otros aseguran que las abuelitas se lo enseñaron y lo ponen en práctica en los tiempos libres, por lo general antes de ir al colegio, ya que estudian en jornada vespertina. También se lo puede realizar en cualquier horario, solo disponiendo de voluntad de los practicantes.