Una corte marcial pronunció este miércoles en Bagdad la primera condena por los abusos cometidos en la cárcel de Abu Ghraib, mientras los comandantes estadounidenses en Iraq anunciaron al Senado en Washington que otros militares podrían tener que responder de sus actos en relación con este caso.
El Pentágono informó además a la comisión de las fuerzas armadas del Senado del hallazgo de más fotos de torturas, según el presidente de esta comisión John Warner.
El soldado estadounidense Jeremy Sivits, el primero de los siete acusados que comparece, fue condenado por una corte marcial especial a un año de cárcel y a abandonar el ejército por "mala conducta" tras cumplir la pena.
Sivits, de 24 años, se declaró culpable de haber maltratado y humillado a prisioneros y de haber faltado a su deber a principios de noviembre de 2003.
Confesó que obligó a un prisionero a sumarse a una pila de presos amontonados en el suelo y que fotografió a otro carcelero, el cabo Charles Graner, simulando golpear a uno de esos hombres.
Otros tres militares acusados en este caso se negaron a defenderse en la apertura de una serie de audiencias preliminares.
El único juez, el coronel James Pohl, convocó a los sargentos Javal Davis, de 26 años, e Ivan Frederick, de 37 años, así como al cabo Graner, de 35 años, para una nueva audiencia el 21 de junio.
El juicio estaba abierto a la prensa para demostrar que el ejército estadounidense no hace concesiones cuando se trata de castigar este tipo de actos.
Su reputación quedó seriamente dañada por la revelación de los abusos a finales de abril, cuando el canal estadounidense de televisión CBS difundió las primeras fotografías de los abusos, causando la indignación del mundo entero.
El director del mando central estadounidense, general John Abizaid, el comandante de las fuerzas estadounidenses en Iraq, general Ricardo Sánchez, y el responsable de las prisiones de la coalición en Iraq, general Geoffrey Miller, declararon este miércoles ante la comisión de las fuerzas armadas del Senado que más militares podrían tener que responder por los abusos.
Los generales Abizaid y Sánchez asumieron su responsabilidad en el escándalo.
Por otro lado, unas 100.000 personas se manifestaron el miércoles en Teherán y algunas lanzaron cócteles Molotov contra la embajada británica para protestar contra los "crímenes" estadounidenses y británicos en Irak y las "agresiones contra los lugares santos" chiítas de Kerbala y Najaf.
En esas dos ciudades iraquíes también hubo manifestaciones el miércoles pero con distintas consignas.
En Kerbala, unas 400 personas desfilaron convocadas por un representante del gran ayatolá Alí Sistani, el jefe religioso chiíta más prestigioso de Iraq, contra la presencia en la ciudad de soldados de la coalición y de milicianos armados del joven imán radical Moqtada Sadr.
Los combates entre esos dos bandos causaron la muerte de siete iraquíes y dejaron heridos a otros 14 desde el martes por la noche en esa ciudad, según una fuente médica.
En Najaf unos 300 seguidores de Sadr, algunos armados, se manifestaron pese a que el gran ayatolá Sistani llamó el martes a no manifestar en esa ciudad.
Un soldado estadounidense murió cuando su patrulla fue blanco de disparos en Miqdadiya, a 100 km al noreste de Bagdad, mientras otro militar falleció accidentalmente cerca de Baiji (norte), según el ejército estadounidense.
Andrew Harris, un civil británico de 33 años, fue asesinado a balazos el martes cuando viajaba por una carretera del norte de Iraq, anunció el Foreign Office.
En el ámbito diplomático, el presidente egipcio Hosni Mubarak consideró este miércoles que Washington cometería un "grave error" retirando sus tropas de Iraq el 30 de junio, fecha en la que debe entregarse el poder a los iraquíes.
El ministro iraquí de Relaciones Exteriores, Hoshyar Zebari, instó también a la coalición a no abandonar Iraq "prematuramente".