La "revolución genética" de los últimos años ha abierto las puertas al desarrollo de nuevos productos agrícolas que pueden ayudar a satisfacer las necesidades alimentarias de los países pobres, según el informe sobre el Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación publicado este lunes por la FAO.
El documento, que analiza los posibilidades y repercusiones de la biotecnología agrícola, advierte de que ésta no es una "panacea", pero cuenta con un gran potencial para mejorar los cultivos, aumentar los ingresos de los agricultores y reducir el precio de los alimentos.
Sin embargo, "hasta ahora sólo un número limitado de campesinos y naciones del mundo en desarrollo han cosechado sus beneficios", señala la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con sede en Roma.
Además, los científicos "prestan poca atención a los cultivos alimentarios básicos de los campesinos pobres, como la mandioca, las patatas, el arroz y el trigo, recalca el informe.
Los polémicos cultivos transgénicos son sólo "una minúscula fracción de las posibilidades técnicas que ofrece la biotecnología aplicada a la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca", ya que existen otras aplicaciones, como las nuevas vacunas animales, "cuyo potencial no se debe subestimar".
A pesar del recelo que en general suscitan los transgénicos, la comunidad científica internacional coincide en que los alimentos de este tipo que actualmente están en el mercado pueden consumirse sin riesgo, aunque "hay que sopesar atentamente y caso por caso sus peligros y beneficios".
El informe revela que la aceptación social a los cultivos transgénicos varía enormemente por países, y mientras que en lugares como Indonesia y Cuba cerca del 80 por ciento de la población los apoya, en otros como Alemania y España este porcentaje desciende a cerca del 40 por ciento, al tiempo que en Francia es sólo del 22 por ciento.
La FAO calcula que en los próximos 30 años dos mil millones de personas más dependerán de la agricultura para subsistir, mientras los recursos naturales son cada vez más frágiles, y "la respuesta a este reto reside en las tecnologías", asegura.
No obstante, el organismo insiste en que la biotecnología "debería complementar, y no reemplazar, a las tecnologías agrícolas tradicionales", ya que puede acelerar los programas convencionales y dar soluciones cuando los métodos conocidos fallan.
Uno de los problemas actuales es que la mayoría de las investigaciones sobre cultivos transgénicos está a cargo de multinacionales privadas, que dejan de lado los cultivos y características de interés para las personas pobres.
En 2003, seis países -Argentina, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos y Sudáfrica- representaban el 99 por ciento de la superficie mundial plantada de cultivos transgénicos, que se centraban en sólo cuatro tipos de productos: el maíz, la soja, la colza y el algodón.
En cambio, "las inversiones del sector privado en los dos cultivos alimentarios más importantes del mundo, el arroz y el trigo, es insignificante en comparación", señala la FAO.
Además -añade- muchos países en desarrollo carecen de capacidad de investigación agraria para adoptar las investigaciones biotecnológicas.
El organismo subraya que, mientras las diez principales empresas trasnacionales de ciencias biológicas dedican unos 3.000 millones de dólares al año a la investigación, en la mayor parte de los países en desarrollo la inversión en este sector es "irrisoria".
Brasil, China e India, por ejemplo, que cuentan con los programas públicos de investigación agraria más completos del mundo en desarrollo, gastan menos de 500 millones de dólares al año por país en este apartado.
En este contexto, la agencia de la ONU insiste en que es necesario profundizar la investigación para lograr más resistencia de los cultivos a condiciones desfavorables de producción, como sequía, salinidad, plagas y enfermedades, así como mejorar su contenido nutricional.
El reto es "concebir un sistema innovador que concentre su potencial en los problemas de los países en desarrollo", concluye.