Por la “difícil situación económica”, este año Kerly no pensaba recibir un regalo material, como en años anteriores.

En su casa, ubicada en Bastión Popular, al norte de la ciudad, no hay lujos, pero en las últimas celebraciones del Día de la Madre, “haciendo un esfuerzo”, su esposo pudo obsequiarle la cocina y el televisor que le hacía falta a toda la familia, y sus hijos le dieron algunas rositas sueltas que tanto la emocionaron.

A pesar de ello dice que este año tendrá la mejor celebración porque viajará con su familia a Manabí. “Así podré pasar el domingo con mi madre y mis hijos al mismo tiempo. Es algo que he querido hacer  desde hace  tiempo”, dice esta ama de casa.

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Kerly no considera negativo el comercio que gira en torno a la fecha, pero cree que es más significativo pasar con la familia porque es algo que no tiene precio.