De su pecho cuelga un rosario y de sus labios solo salen palabras para elogiar a Cristo del Consuelo y sus milagros. Jesús Ayoví, de 63 años, tiene dos razones:

“Hizo caminar a mi hijo con polio cuando tenía 8 años y me salvó a otro que tuvo un accidente en un caballo”.

No es la única creyente de este barrio. Ana María Ferrín le agradece a Cristo del Consuelo por haber salvado la vida de su esposo, Pedro Noriega, quien, dice, estuvo desahuciado por los médicos.

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Ambas pertenecen a la congregación de Cristo del Consuelo que participan en la procesión.