Las cabinas telefónicas y cibercafés de Cuenca estuvieron ayer repletos de personas que se desesperaban por hablar con sus familiares inmigrantes en España.

Rosa Ortega, quien vive en el cantón azuayo Sígsig, dijo que le causa “incertidumbre y tristeza” de lo que haya podido pasar con sus dos hermanos, cuñada y sobrinos.

Alrededor de 80 ciudadanos en el local de Aló Etapa (centro) intentaron comunicarse a España durante la mañana de ayer. Luis Pilaguano, de 18 años, tuvo suerte en hablar con su hermano Patricio, de 21, ya que las comunicaciones estuvieron congestionadas por el exceso de clientes.

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Enma Quezada intentó durante ocho minutos hablar con amigos y familiares de su hija Priscila Criollo (32), quien vive en Madrid hace cinco años, pero no lo logró. “Mi hija está sin trabajo desde diciembre pasado, pero no puedo comunicarme con ella”, aseguró la mujer al tiempo que afirmaba que seguirá intentando hasta que pueda comunicarse con su hija.

En las cabinas de Bellsouth, 60 usuarios intentaron llamar ayer a celulares o teléfonos fijos en Madrid, pero de ellos solo seis lograron su cometido.