Chile, uno de los tres países del mundo que no aceptaba la disolución del matrimonio, aprobó este jueves una polémica ley de divorcio que la población pedía hace años, pero que la poderosa Iglesia Católica intentó frenar hasta última instancia.
 
Después de 10 años de discusión en el Congreso chileno, la ley fue aceptada en tercer y último trámite en la Cámara de Diputados, consagrando la posibilidad de disolución del vínculo matrimonial hasta ahora inexistente en la legislación chilena.
 
Pero también otorgó una concesión a sus detractores, comandados por la influyente Iglesia Católica, otorgando validez legal a los matrimonios religiosos.
 
"Es un hecho histórico que el Congreso haya aprobado esta ley", dijo el ministro de justicia, Luis Bates.
 
"El presidente Ricardo Lagos ha cumplido con el compromiso que adquirió en su campaña presidencial de sacar adelante este proyecto que coincide en su aprobación con un nuevo aniversario del gobierno", agregó.
 
Aunque la amplia mayoría de los chilenos había expresado en numerosas encuestas su anhelo de contar con una ley de divorcio, su aprobación fue un proceso sumamente complicado.
 
Entre tiras y aflojes el proyecto sufrió inumerables modificaciones que se tradujeron en que las parejas sólo podrán a optar a la disolución de su matrimonio de común acuerdo en un plazo de un año.
 
Si solo una de las partes quiere terminar con la unión deberá aguardar tres años.
 
Tras la aprobación del divorcio en Chile, solo Malta y Filipinas lo mantienen en la ilegalidad.