Al actor venezolano siempre le gustó Ecuador. Vino al país hace ocho años por invitación de Ecuavisa para animar el certamen de Miss Ecuador.

Antes de venir a Ecuador y convertirse en Gonzalo Armendáriz, el malévolo gerente de Cristine Farrow en Yo vendo unos ojos negros, Henry Soto encarnó a un psicópata en una producción que realizó en su natal Venezuela. Ese papel y varios otros dan fe de que hacer de malo es lo que más disfruta. “Es un trabajo muy rico, tiene muchas aristas y hay mayor libertad”, expresa el actor, de 41 años.

Pero, en la veintena de producciones dramáticas en las que participó, Soto no solo encarnó al antagonista. También hizo de galán, aunque para ello –sostiene– hay que ser muy astuto “y soportar más”. Constantemente te dicen: “un galán no se para así, no dice esto o aquello... Yo respeto mucho a quienes han sabido mantenerse como galanes”.

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Señala que a la producción ecuatoriana se involucró por obra de Dios. La cadena televisiva de su país, RCTV, le propuso participar en la telenovela La Cuaima (que recientemente estrenó Ecuavisa) y justo el día que debía ir para firmar el contrato, su representante lo llamó para decirle que tenía trabajo en Ecuador. La idea de venir le entusiasmó porque significaba hacer algo distinto. Al igual que los demás actores, Soto hizo casting. El más largo de su vida, según anota, pues duró doce horas. ¿La razón?, no se había definido a los personajes. “A la telenovela se la critica porque participamos actores de varios países, pero eso es normal, así ocurre en casi todas las producciones”, dice.

Agrega que cuando se incursiona en el mercado de las telenovelas es común que se trate de entrar con caras conocidas. “No están descubriendo el agua tibia, lo hacen todas las empresas grandes”, expresa y añade que para los actores nacionales se abre una puerta de trabajo, porque hay muchos que saben de teatro, pero no de televisión.

Por su experiencia en el  teatro, cine y televisión, Soto subraya que la actuación televisiva es la más difícil. El televisor está en cualquier parte de la casa y las producciones que se presentan deben ser lo suficientemente buenas como para captar la atención de la gente. En el teatro y cine el público tiene puesta su atención en el escenario o la pantalla, respectivamente. “Se debe conocer mucho de la parte técnica tecnológica de la televisión”, subraya.

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Para Soto todo negocio tiene sus altos y bajos. Lo interesante en el caso de Ecuavisa es incursionar en cosas nuevas. El actor venezolano reconoce que con Yo vendo unos ojos negros el canal está pagando derecho de piso. A él le pasó lo mismo cuando en su país montó por primera vez un espectáculo musical. “Por el momento puede que los números no ayuden, pero así se aprende a determinar el camino a seguir y detectar las fallas. Ecuavisa ya debe saber por dónde cojea la telenovela”, expresa. Sin embargo, Soto manifiesta que la telenovela tiene un color distinto. Lo negro solo está en el título.

Indica que antes de involucrarse con Yo vendo unos ojos negros quiso leer la novela de Alicia Yánez Cossío, en la que se sustenta la producción. Él leyó la entrevista que Diario EL UNIVERSO le hizo a la autora quiteña, y que salió publicada el pasado 29 de febrero, y expresa –sin mayores explicaciones–, que ella siente lo mismo que él. No obstante, asegura que el canal del cerro tiene ganas de hacer cosas muy buenas y que le han hablado de varios proyectos. No precisa cuáles son y ni si él está inmerso en ellos. “Lo que sí puedo decir es que en el exterior están pendientes de lo que hace Ecuador en cuestión de producción dramática”.

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Los inicios de Soto en la actuación se dieron por accidente. Dice que gracias al apoyo de su padre pudo trasladarse a EE.UU. para estudiar arquitectura, pero la crisis económica se agudizó en su país y tuvo que regresar. “El teatro siempre me gustó y sin darme cuenta me dejé atrapar por él”, señala. Luego incursionó en la televisión y en el cine. Actuó en las cintas El poder, La voz del corazón y Ojos que no ven.

Personal
Soto estuvo casado dos veces y tiene tres hijos: Dayana (23), Francisco José (16) y Leonardo Enrique (8). Su vida en Venezuela estaba casi realizada. Durante seis años mantuvo una relación sentimental estable, planes de matrimonio y una casa por construir, “pero todo cambió cuando vine a Ecuador, porque acabé con mi pareja”.

Ahora Soto sale con la ecuatoriana Giovanna Andrade, quien en la telenovela caracteriza a María. “No tengo problema en decirlo. Yo la respeto mucho y creo que tiene mucho talento. Estamos bien y ojalá sigamos así. No tenemos planes de nada. No quiero volver a hacer planes”. La crisis que se vive en Venezuela mantiene nostálgico a Soto. No solo porque allá están su madre, hijos, parientes y amigos, sino porque “me molesta que Hugo Chávez, por quien voté y de lo que me arrepiento, se burle tanto de los venezolanos”.