Que una persona con diabetes pueda endulzar los alimentos que consume sin que esto afecte su salud. Eso se puede lograr empleando las propiedades de uno de los tesoros naturales que tiene Ecuador: la jícama, una raíz andina con potencial alimenticio y farmacéutico.
El proyecto Investigación del Potencial Nutracéutico de la Jícama fue desarrollado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Iniap), y contó con un fondo semilla de US$ 5.000 financiado por Fundación para la Ciencia y la Tecnología (Fundacyt).
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La iniciativa surgió a partir de los estudios base realizados en el marco del Programa Colaborativo de Conservación y Uso de la Biodiversidad, en 1995, con el apoyo de la Corporación Suiza para el Desarrollo, Cosude, explica Elena Villacrés, investigadora del Iniap y directora del proyecto. La investigación buscó determinar la composición química y fitoquímica, para conocer los compuestos nutritivos y aquellos con potenciales propiedades farmacológicas de esta raíz que crece entre 2.100 y 3.000 metros sobre el nivel del mar.
El proyecto está por terminar con hallazgos de gran trascendencia. Las pruebas de cromatografía líquida de alta resolución, en laboratorio, confirmaron la presencia de fructanos. En este grupo están comprendidos los fructooligosacáridos, azúcares que tienen la particularidad de no ser metabolizados por el organismo humano. Esta es una propiedad de gran importancia para las personas que sufren de diabetes, porque al consumir estos azúcares no se eleva el índice glicémico.
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Los fructanos, al igual que la fibra, estimulan la acción de microorganismos benéficos a nivel de la microflora del colon, por lo que el consumo continuado ayudaría a evitar cáncer de colon, gastritis y úlceras duodenales, explica Lourdes Cuadrado, autora de una tesis doctoral sobre este tema. Por reflectometría se determinó concentración de vitamina C en la raíz en un nivel similar al del tomate riñón (257 mg/l) y para su mejor aprovechamiento la jícama debe ser consumida cruda. Además, se determinó la existencia de compuestos con acción farmacológica, como los triterpenos, esteroides y fenoles, en las hojas, tallos y raíces de la planta.
En el primer grupo predominan los fitoesteroles que ayudan a inhibir la asimilación del colesterol en el organismo, mientras que los fenoles actúan sobre los radicales libres, contribuyendo a prevenir el cáncer y retrasando el envejecimiento. Mediante espectrofotometría de absorción atómica también se confirmó la presencia de cantidades significativas de hierro y potasio en las hojas de la jícama. “Lo importante ahora es elaborar productos para aprovechar las virtudes de la jícama”, dice Elena Villacrés.