El controvertido ex presidente mexicano, José López Portillo, cuya gestión entre 1976 y 1982 estuvo marcada por descalabros económicos motivados sobre todo por una fe ciega en la industria petrolera, murió el martes a los 83 años debido a complicaciones por una neumonía.
 
"A las 8.15 horas (0215 GMT del miércoles) falleció mi padre (...) Murió en paz consigo mismo, con su familia, con su conciencia", dijo José Ramón López Portillo, hijo del ex presidente, a reporteros en el hospital.
 
El ex presidente padecía múltiples patologías desde hacía varios años, como diabetes, cardiopatía mixta, arteriosclerosis y "a raíz de la neumonía que lo aquejaba, tenía insuficiencia cardíaca respiratoria y renal", dijo previamente el doctor que lo atendía, Carlos Castillo.
 
López Portillo, nacido el 16 de junio de 1920, será recordado por muchos mexicanos por haber prometido defender "como un perro" a la moneda mexicana, aunque el tipo de cambio pasó de cerca de 20 pesos por dólar en 1976 a 70 pesos al final de su gestión, que concluyó en una crisis económica.
 
Antes de morir, López Portillo fue visitado en el hospital por su amigo, el ex presidente Luis Echeverría, quien lo eligió como su sucesor al ser designado como candidato del ex hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI) a las elecciones de 1976, en unos comicios que en los que participó como aspirante único.
 
El ex presidente, según su hijo José Ramón, dispuso que sus funerales sean preparados por los hijos de su primer matrimonio con Carmen Romano, que incluyen también a Paulina y Carmen.
 
A López Portillo le sobreviven otros dos hijos, Nadila y Alejandro, de su segundo matrimonio con la actriz Sasha Montenegro, de quien se separó hace un par de años.
 
El ex mandatario, un buen orador, líder carismático y deportista que recurrió a las lágrimas para pedir perdón a los "desposeídos y a los marginados" por los descalabros económicos, formó parte de los 71 años de los gobiernos ininterrumpidos del PRI, que perdió el poder en el 2000 con la histórica victoria del conservador Vicente Fox.
 
López Portillo tuvo un aclamado inicio de gobierno entre el optimismo desenfrenado por la atractiva industria petrolera, en la que México se destacaba entonces como cuarto productor mundial, y aún pese a una fuerte devaluación monetaria que heredó de su antecesor.
 
Pero la bonanza económica durante su mandato se fue diluyendo por excesivos gastos y corrupción de sus funcionarios, mientras que la deuda externa, a la que acudió el gobierno para financiar la industria petrolera, se triplicó al final de su administración.
 
El gobierno de López Portillo buscó como solución la nacionalización de la banca y la suspensión del pago de la deuda externa durante varios meses, medidas controvertidas por las que se le recuerda en la historia mexicana.
 
Por otro lado, en los últimos meses, activistas calificaron al gobierno de López Portillo como presunto responsable de violaciones a derechos humanos durante la "guerra sucia" en México, en la que miembros del ejército y policías participaron en la "desaparición forzada" de simpatizantes y militantes de izquierda.