El escritor peruano Jaime Bayly aborda en su última obra, "El huracán lleva tu nombre", la bisexualidad de un presentador de televisión, Gabriel, enamorado de una mujer y de un hombre al mismo tiempo mientras intenta escribir una novela.
 
La nueva novela de Bayly, que retoma la historia de anteriores libros ("No se lo digas a nadie" y "La noche es virgen"), utiliza un narrador en primera persona que se castiga y se perdona, se quiere y se odia a partes iguales, porque vive una doble vida entre lo que exhibe con impudicia y lo que esconde con cobardía.
 
"El sexo es importante en mi novela porque también lo es en mi vida y en todas las personas cuya sexualidad es disidente y viven en ciudades hostiles e intolerantes atormentados por la ambigüedad social", comentó Bayly, que habitualmente vive en Miami, durante la presentación del libro en Madrid.
 
Bayly, que dejó su trabajo en la televisión para dedicarse a escribir, indaga en esta ocasión en los sentimientos, en el proceso de maduración y de admisión de responsabilidades.
 
Opina que "si uno se deja intimidar por los profetas de la moral no sería buen escritor", entre otras cosas porque "en todo escritor hay un resentimiento, una vieja cuenta pendiente".
 
A semejanza de su maestro Mario Vargas Llosa, Bayly disecciona la buena sociedad limeña sin dar concesiones ni a la iglesia, ni a las familias de toda la vida, con su hipocresía vital, ni consigo mismo, pero en tono agridulce entre el cinismo y la ternura.
 
A Bayly le daba mucho miedo escribir la historia de "El huracán lleva tu nombre" porque considera que "hay mucho de mi propia vida", pero cree fundamentalmente que lo más importante es que "tenga magia y embruje al lector.
 
Para este autor peruano, la literatura debe romper moldes, romper corsés y cuestionar lo incuestionable y, además, se nutre de conflictos y hace bien en atreverse a abrir armarios y ver lo que hay escondido dentro.
 
Considera asimismo Bayly que "el escritor no debe aspirar nunca a la notoriedad", sino a "escribir una buena novela" y llevar al lector por "un viaje intenso y a veces doloroso que le lleve y le enseñe la zona de la realidad que desconocía".