Análisis físico-químico, microbiológico y del nivel de energía de un manantial en la provincia de Cotopaxi determinaron que sus componentes mejoran el funcionamiento del organismo en los seres humanos.

En un espacio rectangular aparecen formas alargadas de colores similares a los del arco iris con una brillantez especial. Aunque parece una pintura abstracta se trata de la  fotografía de una muestra de agua, la del manantial de las entrañas de la tierra en La Maná, provincia de Cotopaxi.

La imagen captada por un  especialista de Austria, Günter Schön, mediante una técnica en la que se utiliza un espectrómetro, sirve para determinar el nivel de energía que tiene el líquido. La tendencia mundial al hablar de las fuerzas en las moléculas del agua es que esta tiene mejor calidad cuando -en aquella prueba- sus colores se vuelven luminosos y se  asemejan a los del arco iris, aunque químicamente sea igual a otras.

Después de valorar este análisis y los que hicieron otros laboratorios como el del Instituto de Bebidas de Austria y el de Balance Challenge Gerhard, Visoky, austriaco, experto en tecnología del agua, determinó en julio del año pasado que esa fuente tiene “una energía profunda y penetrante de radiación positiva, de acuerdo con la pura y antigua energía del planeta”.

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Visoky hizo una consultoría para la empresa ecuatoriana Acquador –que actualmente se encarga del envasado del agua en su planta del km 5,5 de la vía La Maná-Estero Hondo- durante la cual solicitó estudios para evaluar los aspectos físico-químico, energético y microbiológico de muestras a diferentes entidades de Austria. En los estándares internacionales, el nivel energético de cualquier ser vivo se mide en unidades bovis ( como el apellido del físico francés que las descubrió y desarrolló) y en el caso del agua de La Maná –dice el profesor Visoky en la presentación de un informe– “ni siquiera pudo ser medido, el medidor giró en sentido de las manecillas del reloj de una manera rápida y con pulsaciones.

Esto comenzó desde el punto cero, siguió en forma extremadamente rápida y volvió nuevamente al punto cero”. En el reporte se calcula que la medida de esta agua es superior a un millón de unidades. El tope de la tabla es de 800.000. Después de las investigaciones químicas, físicas y bacteriológicas en un laboratorio de técnica del medio ambiente –agrega Visoky– esta agua fue clasificada como “curativa para la regeneración física”.

Este producto natural, que es comercializado en el país y  exportado a Estados Unidos y Austria, también contiene oro orgánico, un mineral asimilable por el cuerpo humano, y que se cree ayuda al mejor funcionamiento del sistema cardiovascular, tejidos glandulares y linfáticos. El Instituto de Bebidas de Austria y la Escuela Politécnica Nacional realizaron el análisis de la cantidad de oro orgánico en el agua de La Maná y ambas instituciones  determinaron que contiene 0.1 microgramos por cada litro.

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Según Ernesto de la Torre, jefe del departamento de Metalurgia extractiva de la Politécnica, para la discriminación de este componente se usaron métodos  tradicionales como el uso de solvente orgánico. Ese departamento hizo una comparación de la muestra que recibieron del manantial de La Maná con el agua potable de Quito y encontró que en el último había oro en  0.01 microgramos por litro, un nivel no detectable. La Politécnica también realizó la verificación del PH (medida de acidez o alcalinidad), el agua del manantial tiene un índice de 6.47, por lo que se considera neutra, lo que ayuda a detener el crecimiento de microorganismos.

El potencial químico o energético de la muestra obtenida en La Maná se ubicó en 181 milivoltios, “es más relajante”, dice Ernesto de la Torre, a diferencia de los 307 milivoltios que se consume en la capital. Otra característica del agua del manantial es que contiene CO2 disuelto (lo que la hace muy digestiva). La proporción es de 300 partes por millón o miligramos por litro, que le da una característica térmica al agua. Manteniéndola a la intemperie no se calienta tan fácilmente y si se la deja en el refrigerador no se congela con rapidez. De la fuente sale con 22°C.

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Esta agua es mínimamente mineralizada. En la prueba de 180 grados en la que el líquido se evapora y quedan los residuos, se determinó que los minerales que contiene (calcio, sodio, potasio y magnesio) están en los 33 miligramos por litro. Lucía Vallarino, propietaria de la envasadora del agua de La Maná, que comercializa bajo el nombre de Splendor, asegura que se están haciendo pruebas médicas, de las cuales los primeros resultados confirman que este líquido “regula el flujo sanguíneo y libera del estado de estrés”.

Por todas sus características se considera que el manantial de La Maná tendría su origen en la formación de la Tierra, cuando aguas de ese tipo quedaron capturadas en las entrañas del planeta. Bajo esta premisa sería una agua  prístina, que forma parte de un ciclo hidrológico abierto, totalmente aislado del ciclo vital cerrado (vapor-nubes-lluvia-lagos y ríos) en el que se mueven las demás aguas.