Nombres tradicionales de calles o direcciones de ciudadelas se usan más que el reciente sistema.

En diciembre de 1999, el entonces  alcalde León Febres-Cordero aprobó la Ordenanza sobre Nomenclatura Urbana de Guayaquil. En octubre del 2000,  Jaime Nebot firmó el contrato para la instalación de letreros con la empresa Emetasa y Asociados, y en diciembre se inició la colocación.

El 30 de abril del 2001 se terminó de aplicar el nuevo sistema de identificación de las calles de la urbe, dispuesto por la Municipalidad.

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Luego de tres años, la mayoría de los guayaquileños no se adapta a los nombres actuales de las calles y usa las denominaciones antiguas.

¿Sabe usted qué dirección se ubica en la intersección Eje E-O y Av. 6 SE?, o ¿cuál es la Calle 18 SO, que no es la conocida calle Salinas? Si no hay un plano a la mano la tarea se complica.

La primera ubicación es una de las intersecciones más transitadas de Guayaquil, Nueve de Octubre y Boyacá; y la segunda es la denominación alfanumérica de la calle Gómez Rendón.

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Pero, a pesar de que a la salida de su vivienda desde hace tres años hay dos rótulos que describen las calles como Puerto Napo, 3er. callejón 18 N-O y Eleodoro Avilés, Av. 8 N-O, para Oswaldo Morales la dirección de su hogar es la Alborada, manzana 209, villa 17.

“Si me dicen que esa es la dirección de mi casa, me pierdo”, dice Morales, quien asegura que no usa “para nada” el nuevo sistema de ubicación.

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En cambio, Jorge Mora, quien vive en la vía a Daule, sí conoce que su casa está en el callejón O y Av. Pujilí, no obstante, eso no le sirve mucho cuando pide a un taxi que lo lleve a casa. “Le digo que vaya a La Florida y de allí le indico por dónde ir”, comenta.

Jonhatan Córdova, un taxista con 17 años de experiencia como chofer profesional, asegura que cuando se cambió el nombre de las calles comenzó a aprenderse la nomenclatura nueva de las vías principales y recuerda que la Av. de las América es Av. Séptima, pero desistió porque “la gente sigue usando otros nombres”.

Córdova cuenta una anécdota cuando recogió a una mujer del aeropuerto que estuvo quince años en Estados Unidos y le pidió ir a la Av. Séptima Este y Calle Quinta.

“Me tardé una hora, le preguntaba a ella por un lugar de referencia y nada, pero finalmente dimos con una casa en el suburbio. Pero, de allí nadie más me ha dado una dirección con los nuevos nombres para que lo lleve”, relata.

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Cuando se inició el proceso, el alcalde Jaime Nebot anunció que habría una campaña educativa para que la ciudadanía use la nueva identificación, pero como educador, Segundo Ronquillo, profesor de Estudios Sociales, asegura que eso no se ha cumplido.

Ronquillo también responsabiliza a los medios de comunicación, como los periódicos, donde “se deberían escribir y orientar con los nuevos nombres a los ciudadanos”.

600 mil DÓLARES
Fue el costo referencial del contrato para la instalación de los rótulos con la nomenclatura alfanumérica de identificación de las avenidas y calles de la ciudad.

OPINIONES
“Yo trabajo en Nueve de Octubre 444 y Baquerizo Moreno. No sé cuál es el otro nombre según el sistema de ahora. Me parece muy complicado, pero creo que poco a poco la gente debe adaptarse porque en sectores que no había antes sí ha servido mucho la colocación de los rótulos”.
Jorge Mora,
Oficinista

“Yo vivo en las calles Rosendo Avilés y la 25, eso queda al suroeste de la ciudad. No sé cuáles son los nuevos nombres de las calles, porque yo siempre me guío con la dirección de siempre. Los taxistas y todo el mundo utilizan esa forma, porque la otra es muy complicada”.
Laura Tola
Comerciante

“En los  colegios o escuelas no se enseñan los nuevos nombres porque ni nosotros los sabemos, debería haber una campaña y que las autoridades como el Municipio entreguen el material para crear un capítulo sobre el tema en los programas de clases”.
Segundo Ronquillo,
Profesor