No es un síntoma propio de la juventud actual, pero ser infiel podría haberse convertido en una tendencia a seguir frente a ciertas presiones del medio.

En ocasiones te has puesto nervioso si te preguntan: ¿cuántas veces has vacilado? O si te dicen: ¡cuidado se entera tu pelado (a) del vacile de la otra noche! En la actualidad algunos chicos piensan que ser infiel y mantener varias relaciones sentimentales a la vez, es lo que está de moda.

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Conversamos con 30 chicos de Guayaquil de entre 15 y 22 años, quienes tienen opiniones dividas sobre la infidelidad. Algunos apoyan el vacile –en el que se admite tener varias parejas– como una forma de buscar nuevas experiencias, mientras que otros dicen que ser infiel no es solo cuestión de seguir una moda.

“Si uno no vacila o no tiene varias enamoradas no es bien visto, parece mentira, pero los comentarios de los amigos motivan al joven a ser infiel”, dice Boris Gavilánez de 18 años y estudiante de Psicología.

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Diana Carchi, del Liceo Italiano, expresa que “ahora las chicas son más infieles que los chicos porque tienen los mismos derechos, pero aunque también vacilan se meten más en la relación que ellos, porque los chicos solo lo hacen por jugar”.

La presión del medio, el ejemplo de los padres, los comentarios de los amigos, el deseo de encontrar estabilidad emocional y la necesidad de ser aceptados, son algunos de los factores que intervienen en el momento que un joven “moderno”, decide ser o no infiel.

El que los jóvenes sean infieles no es un fenómeno nuevo, “ya que la infidelidad ha existido siempre en la sociedad, sino que antes ser infiel era un conflicto por el que solo atravesaban los hombres, mientras que la mujer era más segura de sus afectos”, comenta Ana Ricaurte, psicoanalista.

Para Roxanna Martínez, de 16 años, es difícil aceptar las consecuencias de la infidelidad en los jóvenes porque “cuando una chica tiene varios enamorados puede ser popular, pero su reputación se denigra. En cambio, si un chico tiene varias peladas es considerado más hombre”.

Carlos Vargas, estudiante de Medicina de la Universidad de Guayaquil, opina que en la actualidad los jóvenes se dejan llevar por la moda, “por eso creo que el vacile es una forma de relación de pareja que fomenta la infidelidad juvenil, ya que no hay ningún compromiso con la pareja”.

Norma Guerrero, psicóloga, piensa que los jóvenes de esta generación se preocupan más por cuidar las apariencias “porque aunque hayan recibido una buena educación en el hogar, con sus amigos actúan de otra forma para ser aceptados entre los chicos de su misma edad”.

A criterio de César Avilés de 17 años, los chicos son más infieles que las chicas  “porque cuando ven a una pelada bonita enseguida piensan en vacilar, mientras que las chicas son más conservadoras. Además, uno vacila porque quiere, ya que nadie obliga a nada”.

Otro aspecto que provoca la infidelidad es la relación de los padres. Según la psicoanalista Ana Ricaurte “los padres son un ejemplo a seguir, pero las parejas modelos actuales, en muchos casos, están desgastadas y este problema se refleja en la infidelidad de la juventud. De ahí que el vacile surge  como una respuesta a la infidelidad familiar”.

“Creo que el hombre es más infiel, ya que no se siente capaz de querer a alguien y prefiere buscar y buscar, por eso pasa de vacile en vacile y si ve un mal ejemplo de los padres, cree que es normal ser infiel”, dice Víctor Ortiz de 19 años.
Andrés Castro, alumno del San José La Salle, expresa su punto de vista:  “Los jóvenes son infieles porque no tienen sus valores claros. Hay padres que dan buenas enseñanzas, pero el medio presiona y el joven cree que es correcto vacilar y engañar a su pareja”.

La psicóloga Norma Guerrero cree que “el vacile, los medios de comunicación y el entorno social son algunos de los elementos que fomentan las infidelidades, porque hacen que los chicos asimilen como normal el hecho de traicionar a otra persona”.

Todo resulta como un círculo vicioso en el que se ponen en juego varios intereses –sentimientos, amistades, valores y aceptación social–, que motivan las infidelidades entre  quienes se dejan llevar por los estereotipos de la moda, la popularidad y las relaciones pasajeras sin compromisos.