Después de cuatro años de los hechos del 21 de enero del 2000, que terminaron con el derrocamiento del presidente Jamil Mahuad,  hay distintas lecturas sobre las reinvindicaciones de la fecha.

El 21 de enero del 2000, realmente pasó a la historia como una reclamación generalizada frente al descontento de estrellarnos contra la realidad nacional que vivíamos antes del gobierno de Jamil Mahuad, señala Vladimiro Álvarez, quien se desempeñaba entonces como ministro de Gobierno de Jamil Mahuad.

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Desde esa fecha, según Álvarez, el cambio fundamental que se ha dado en el país ha sido el sinceramiento de la economía como producto de la dolarización, “que fue adoptada por Mahuad”.

¿Qué es lo que hay que celebrar entonces?, pregunta el ex ministro, y se responde: “Los de Sociedad Patriótica celebran el descubrimiento de un coronel que primero quiso gobernar en dictadura y que, luego de haber sido perdonado por los delitos de insubordinación, se sometió a un proceso democrático y fue elegido presidente de la República” .

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El movimiento indígena, añade, debe celebrar el descubrimiento de que no estuvieron preparados para gobernar.

Para el analista Felipe Burbano de Lara, el 21 de enero reivindica, precisamente, el nacimiento de otros liderazgos. “La fuerza que adquirió el movimiento indígena en la escena política nacional y el nacimiento de un nuevo partido, Sociedad Patriótica, que finalmente ganó las elecciones”.

Eso, aclara, independientemente de que ya en el gobierno, no se hayan dado cambios profundos y de que el movimiento indígena haya perdido el espacio que tuvo como sector social, durante la década de los 90,  y antes de formar alianza con el gobierno actual, donde no logró traducir en políticas públicas su discurso.

Para algunos actores del 21 de enero del 2000, no hay casi motivos de reivindicación.

“El 21 de enero se dio porque el pueblo se levantó contra los atropellos de una política impune; lastimosamente Gutiérrez y su partido se tomaron todo el poder  olvidando un proyecto de país”, expresa Leonidas Iza, de la Conaie.

Jorge Brito, uno de los coroneles que acompañó a Gutiérrez entonces,  cree que “los hechos del 21 de enero, que lanzaron como propuesta un cambio estructural del Estado, no se ha concretado porque los gobiernos siguientes, el de Gustavo Noboa, siguió con la misma línea de Mahuad, y el de Gutiérrez, porque ha dado un giro de 180 grados a la propuesta de cambio.

Más allá de que todo hecho de movilización que termine deponiendo a un presidente, se constituye en una fecha de análisis,  en el momento de establecer los resultados de esa rebelión “no creo que el 21 de enero, dentro de una perspectiva histórica más amplia, vaya a recordarse como una fecha fundamental para la nación”, sostiene el analista Alfonso Oramas.

Lo que se quería romper, hace cuatro años, recuerda Augusto Barrera, miembro de Pachakutik, era la subordinación del poder político al poder de la oligarquía y de los banqueros corruptos, lamentablemente,  en este punto, estamos en una situación  penosa porque Gutiérrez no ha logrado hacer un gobierno independiente de esos poderes.

Por eso, dice, a estas alturas lo único que se puede reivindicar es una especie de levantamiento ético y moral.