Aunque algunos lo vean como divertido o novedoso, cierto espectáculo callejero me parece realmente un peligro y al que no le hemos dado su real importancia. En algunas esquinas de la ciudad, desde hace algún tiempo acá, vemos a jóvenes jugar con fuego (hacen malabares con antorchas y otros objetos encendidos) intentando hacer de este acto algo entretenido, y del cual se valen para pedir limosna o como ellos llaman, “una colaboración”.

¿Qué pasaría si uno de esos artefactos, como cadenas con bolas de fuego en sus extremos, o bastones con fuego en ambos extremos, se escapa de su control y cae en un vehículo, o peor aún, dentro de este? Las consecuencias serían nefastas, catastróficas, y para entonces, no podremos hacer sino lamentarnos, pues los culpables se habrán esfumado, sin dejar rastro. Es hora de que las autoridades actúen de oficio y no permitan este tipo de actos que atentan contra la seguridad pública.

Ricardo Manrique
Guayaquil