Las primeras estrellas surgidas de la explosión que originó el universo fueron cuerpos celestes enormes y candentes que tuvieron una vida relativamente breve y estallaron al estilo de las supernovas, pero que, durante su corta existencia, sembraron en el universo los elementos básicos de la vida, según un nuevo estudio. 
 
La teoría más generalizada sobre los orígenes del universo afirma que éste comenzó con una explosión primordial, conocida en inglés como Big Bang, que ocasionó la expansión del espacio y lo plasmó en una inmensidad bañada en radiaciones y ondas de calor. Luego fue necesario esperar unos 300 millones de años para que el universo se enfriase y para que se formasen las primeras estrellas de helio e hidrógeno. 
 
Pero esas estrellas eran muy diferentes del Sol, centro de nuestro sistema planetario, y de la mayoría de las estrellas del universo actual. 
 
Las estrellas eran puras y simples masas de hidrógeno y helio, dijo Volker Bromm, astrónomo del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian. Agregó que en aquella época no existían aún los elementos que permitirían más tarde el surgimiento de un universo más complejo. 
 
Bromm y su colega Abraham Loeb, también del centro Harvard-Smithsonian, utilizaron supercomputadoras para crear modelos de los ciclos de formación de estrellas ocurridos a raíz del Big Bang. 
 
Los resultados de ese estudio fueron presentados el martes ante una convención nacional de la Sociedad Astronómica Norteamericana. 
 
Esas estrellas primordiales, que eran enormes e incandescentes, estallaron como supernovas al cabo de unos pocos millones de años y desaparecieron. 
 
Pero fue precisamente en esa época de convulsiones espaciales cuando fueron creados los elementos como el oxígeno, el hierro y el carbono, que   cambiaron completamente el universo, y se integraron a una nueva generación de estrellas, dijo Bromm. 
 
Esas estrellas duraron más que la primera generación, pero carecían de planetas que girasen a su alrededor.   Esas estrellas eran como el Sol, pero un sol muy solitario, dijo Bromm, debido a que no existían todavía metales pesados capaces de formar planetas. 
 
Pero las supernovas continuaron estallando y lanzando a los confines del universo más metales pesados, hasta que hubo suficientes para crear estrellas más longevas y planetas que se insertasen en sus órbitas. 
 
Y por lo menos en uno de esos planetas, la Tierra, se juntaron todos los ingredientes necesarios para el surgimiento de la vida. 
 
La ventana de la vida se abrió entre 500 millones y 2.000 millones de años después del Big Bang, dijo Loeb en una declaración.